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Vivos los queremos: claves para entender la desaparición forzada en México

Martes 17 de enero de 2023, por Comité Cerezo México

VIVOS LOS QUEREMOS

Claves para entender la desaparición forzada en México

Primera edición: agosto, 2018
Comité Cerezo México
www.comitecerezo.org
Coordinador de la edición: Héctor Cerezo Contreras
Diseño de interiores y portada: Argelia Ayala y Nicolás Moreno
Corrección de estilo: Melanie Salgado López
ISBN: 978-607-96331-3-4
Impreso en IMPRESORA ACO, Nezahualpilli No.144 Col. Juárez
Pantitlán Cd. Nezahualcóyotl, Edo. De México, CP.57460 tel 2232-5503
Impreso en México

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Agradecimientos

A las víctimas de desaparición forzada en México, a sus familias y a quienes luchan con ellas.

A los luchadores sociales Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez, las indígenas triquis Daniela y Virginia Ortiz Ramírez, el defensor de derechos humanos Francisco Paredes Ruiz, el indígena chatino Lauro Juárez,
el profesor Carlos René Román Salazar, los activistas Teódulfo Torres Soriano, Gabriel Gómez Caña, Fidencio Gómez Sántiz, el antropólogo popular Héctor Jaimes Abarca y a los 43 normalistas de Ayotzinapa.

A Judith Galarza, Nadin Reyes y Zita Loyo por sus aportes en la lucha contra la desaparición forzada y por la revisión de este libro.

Introducción

¿QUÉ TIENE QUE PASAR, qué condiciones materiales o voluntades son necesarias para que un Estado decida desaparecer a sus ciudadanos? ¿Qué tipo de personas son capaces de ordenar la desaparición de seres humanos a los que deberían, en teoría, proteger? ¿Qué sucede con los familiares de los desaparecidos y con la sociedad en su conjunto?

¿Por qué la desaparición forzada no ha sido erradicada en nuestro país? ¿Por qué, implacable, vuelve una y otra vez, cubriendo de noche y niebla a una sociedad que en su mayoría no la comprende y que incluso la llega a justificar?

¿Y por qué, en este drama humano, sigue en pie una minoría que se niega a olvidar, que lucha y resiste a la indiferencia de los suyos y a la perversidad e indiferencia de las autoridades?

La desaparición forzada en México es una historia inconclusa, narrada a cuenta gotas y de manera dispersa. Una historia que nos señala algunos hechos, algunos nombres de los responsables intelectuales y materiales, pero que, fundamentalmente, señala los nombres de las víctimas, de sus familias y de las organizaciones que no olvidan y que siguen luchando.

Una historia dolorosa, llena, a su vez, de miles de historias personales y colectivas, de los hombres y las mujeres que vivieron la desaparición a manos del Estado, de los hombres y las mujeres que continúan en la condición de víctimas de desaparición forzada y de todos aquellos a quienes la desaparición forzada de sus seres queridos, compañeros y compañeras, los marcó con una herida que no cicatriza, que sangra cada vez que el recuerdo asalta a la memoria o que los llena de enojo e impotencia al gritar sus nombres, al exigir el juicio y castigo a los responsables, al entonar la consiga: ¡Porque vivos se los llevaron, vivos los queremos!

Porque la historia de la desaparición forzada en México también es la historia de la lucha de las familias, de las organizaciones, de intelectuales y académicos honestos, de personas solidarias y sensibles ante las injusticias. La historia de los encuentros y desencuentros, de la lucha de personas con ideologías distintas, en algunos casos contrapuestas, pero que comparten la esperanza de encontrar a los desparecidos, de lograr justicia.

Difícil ha sido comenzar el sinuoso arribo del reclamo colectivo. El trascender los lazos familiares o de organización para luchar para que nadie más, bajo ningún motivo o circunstancia, sea víctima de desaparición forzada es todavía uno de los gran- des retos a cumplir.

La misma estigmatización en contra de las víctimas de desaparición forzada se traslada a las víctimas que son cercanas a ellas. Frases como “por algo se lo llevaron” o “en algo estaba metida” son muestras de cómo el discurso del Estado ha permeado a la sociedad y, desgraciadamente, a muchas familias que sufren la desaparición forzada.

Además, el discurso del Estado es tan perverso que ha logra- do dividir a los familiares de las víctimas de desaparición forzada al establecer una diferencia entre aquellos que son desaparecidos como un castigo por su compromiso en la lucha social y aquellos que han sido víctimas de la desaparición forzada como una estrategia de control social que puede alcanzar a cual- quiera en el lugar y momento menos esperados. A los familiares de luchadores sociales que han decidido mejorar las condiciones de vida del pueblo, se les ve con recelo, pues a sus familiares “se los llevaron por andar de revoltosos”, “se los llevaron porque ellos sí eran delincuentes”, mientras que “nuestros familiares no hacían nada malo, no estaban metidos en nada”.

Este libro intenta ser una herramienta para las familias, las organizaciones de derechos humanos, las organizaciones populares e indígenas y el pueblo no organizado.

Intenta aportar en el complejo proceso de comprender qué es la desaparición forzada, busca contribuir con las claves para entender su origen, desarrollo y complejidad actual. Es un es- fuerzo cuyo objetivo es que la gente pueda conocer sus características, su historia, el contexto, su sistematicidad, las consecuencias físicas, psicológicas, sociales y el largo camino de la lucha por erradicarla, por arrancar verdad y justicia, por no olvidar.

También es un esfuerzo por mostrar la perversidad del Estado, de sus leyes, cuya intencionalidad por desaparecer, de manera discursiva incluso, la desaparición forzada, ha desplegado una estrategia en medio de la cual el Estado actúa como si ésta no existiera o como si fuera un hecho aislado, inconexo y ajeno a las políticas de seguridad y las políticas económicas.

Asimismo, mostramos nuestro desacuerdo con quienes lucran con el dolor y la incertidumbre de las familias, con quienes ter- minan avalando las políticas estatales y con quienes, incluso, por esa labor perversa, son premiados con puestos gubernamentales. Esperamos que todos y cada uno de estos objetivos se cumplan y aporten para el esfuerzo que familiares y compañeros de víctimas de la desaparición forzada despliegan día con día, para que su lucha por la vida digna se fortalezca, para que su caminar encuentre menos indiferencia y estigmatización y para que se comprenda la vigencia de la justa demanda con la que, una y otra vez, nos recuerdan que ¡vivos se los llevaron, vivos los queremos!

Presentación

QUIERO AGRADECER A HÉCTOR CEREZO, integrante del Comité Cerezo México, la invitación de escribir la presentación del libro. Cuando lo estaba leyendo me remontó a los tiempos en que me integré a la lucha por la presentación con vida de mi hermanita, Leticia Galarza Campos, cuando fue detenida desaparecida [1] el 5 de enero de 1978 en el Distrito Federal, en México. Es innegable que la lucha individual de los familiares tiene su origen, por un lado, en la lucha por la liberación de nuestros pueblos contra un sistema capitalista, hoy neoliberal; y, por otro lado, en la lucha individual de los familiares, quienes nos fuimos uniendo en una sola voz, en una sola lucha, con el objetivo de encontrar a nuestros seres queridos con vida y que se garantizara que este grave delito no se volviera a cometer contra nadie para lograr que la lucha no sea en vano.

La desaparición forzada de mi hermana ha significado una tortura permanente, ha dejado secuelas en nuestra familia y en su hija que contaba tan sólo con 1 año de edad cuando la entregó a una familia para que no sufriera la misma suerte que los más de 500 niños, hijos de víctimas de la detención desaparición, que fueron dados en adopción a los militares durante la dictadura Argentina. De esos 500 niños, 107 jóvenes han sido restituidos a sus familias de origen gracias a lucha de las Abuelas de la Plaza de Mayo.

Este libro me recordó las preguntas que muchos familiares nos hacemos cuando sucede una desaparición forzada en la familia: ¿Dónde están? ¿Por qué se los llevaron? ¿Cuál fue el motivo de la desaparición? ¿Dónde los tienen? Además, recoge gran parte de la historia que hemos vivido en la búsqueda de nuestros hermanos, hijos, padres. Refleja la historia de cómo fuimos encontrando respuesta a las preguntas que nos hicimos cuando detuvieron desaparecieron a nuestros familiares, estas respuestas nos ha servido para comprender políticamente la lucha que originó que desparecieran forzadamente a algunos de nuestros seres queridos. Refleja la lucha diaria y los contratiempos que hemos enfrentado en el caminar por su búsqueda, como la negación de su detención desaparición por parte del Estado, que de diferentes maneras ha querido desaparecer nuestra lucha a nivel nacional y en Nuestra América.

Coincidimos con el análisis propuesto en el libro pues postula que la desaparición forzada es terrorismo, al mismo tiempo que es un crimen de estado, catalogado ya como delito de lesa humanidad, porque estos puntos así como el reconocimiento de que la desaparición forzada es una práctica sistemática que se aplica contra el pueblo han sido una de las demandas por la que hemos luchado desde que nace FEDEFAM en 1981. Además el libro presenta muchos de los aspectos que ayudan a entender por qué la desaparición forzada es siempre una violación a los derechos humanos, pues no debemos olvidar que, aunque fue hasta diciembre de 2010, hemos logrado que la ONU aprobara la Convención Internacional que protege a todas las personas contra las desapariciones forzadas (pues su carácter es vinculante), y que recoge, también, el derecho que tenemos los familiares de las víctimas de saber la verdad, de que se aplique la justicia, de que exista la reparación integral y que todo esto sea garantía de no repetición. Este instrumento es un paso importante para luchar porque la desaparición forzada sea inadmisible e imprescriptible. El libro también muestra que es muy importante mantener viva la memoria: con la misma fuerza con la que nos negamos a olvidar a nuestros familiares, debemos recordar la sistemática y constante falta de voluntad del Estado por llevar a juicio y castigo a los responsables, materiales e intelectuales, de las desapariciones forzadas cometidas. Como el libro explica, México tiene dos etapas: una que abarca los años sesentas y setentas, cuando los familiares logramos ubicar que quien cometía las desapariciones de nuestros familiares era el Estado, quien implementó la repre- sión y el exterminio de hombres y mujeres que luchaban por una sociedad justa. La otra etapa, iniciada a finales de los años ochenta y que remontó en el 2006 con la llamada guerra contra el narcotráfico, se ha caracterizado por una política de Estado para justificar la represión rabiosa contra el pueblo. En ambas hay un factor en común, el uso de la desaparición forzada para castigar a quienes luchan por construir un país más justo.

El libro puede ayudar a personas y organizaciones para conocer el origen y desarrollo de la desaparición forzada, pues en el apartado “Claves para entender la desaparición forzada en México” los familiares y organizaciones podrán encontrar una explicación que les ayude a entender por qué están viviendo lo que están viviendo. Es innegable que la política represiva del Estado es consecuencia de la Escuela de las Américas hoy llamada Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad de los E.U., quien entrenó a miles de hombres en las prácticas ilegales contra la subversión. Ejemplo de ellos son los Z que tienen sus orígenes en el entrenamiento que les dieron en Guatemala, a los Kaibiles, que se unieron para ser guardaespaldas de los narcotraficantes en México. El libro tiene la virtud de reflejar y explicar la manera en la que el fenómeno represivo internacional, el Estado represor mexicano y el crimen organizado se vinculan en la comisión de las desapariciones forzadas.

Además, estoy segura de que el libro en todas sus páginas ha logrado reflejar el sentimiento de muchos familiares de detenidos desaparecidos.

El libro no sólo explica el fenómeno y cuenta la historia de su uso en México, sino que en sus páginas explica que siempre será el momento de unir esfuerzos para lograr concretar nuestros objetivos de conquistar la Verdad, la Justicia, Memoria y Reparación Integral como garantía de no repetición. Esa es nuestra lucha, reafirmar nuestro compromiso de continuar hasta lograr completamente nuestros objetivos, por lo que el lector no sólo aprenderá cosas, sino que encontrará palabras de aliento que reafirmen su firme convicción por encontrar a quienes el Estado nos arrebató.

El uso actual de la desaparición forzada en contra de los pueblos que se organizan por una vida digna, así como la histórica deuda de los Estados por presentar a todos y cada uno de los detenidos desaparecidos, por hacer justicia, por garantizar la no repetición de estos hechos explica y da sustento a la lucha de los familiares de las víctimas de desaparición forzada en toda América Latina, es por eso mismo que, desde 1981, nace nuestra Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de Detenidos Desaparecidos (FEDEFAM) en la que, a pesar de los contratiempos, continuamos sin desfallecer en la lucha por la verdad, la justicia y la reparación integral como garantía de no repetición.

No tenemos más que agradecer por escribir una gran parte de la historia de las desapariciones forzadas en nuestro México. Evidentemente recomendamos su lectura para profundizar en el conocimiento de la política represiva inspirada en la supuesta Seguridad Nacional, pero sobre todo para comprender el fenómeno que enfrentamos, para comprenderlo en su amplia complejidad y, más que nada, para entender la validez de nuestra lucha cotidiana y la importancia de que la dignidad y la terquedad acompañen nuestro camino.

No olvidamos, no perdonamos: Mantendremos viva la memoria, hasta encontrarlos.

Judith Galarza Campos, Secretaria Ejecutiva de la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de Detenidos Desaparecidos (FEDEFAM).

CDMX, 12 DE JULIO DEL 2018

La importancia del discurso: no se llaman “levantones”

EN LOS AÑOS DE LA LLAMADA “GUERRA AL NARCO”, bandera política y militar del gobierno de Felipe Calderón Hinojosa (2006- 2012), se ha ido construyendo y fortaleciendo un aparato discursivo que ha invadido el vocabulario y la vida de un país entero, a través del trabajo impreciso e irresponsable de periodistas y comunicadores, en el mejor de los casos poco atentos y en el peor coludidos y premiados por la élite política y empresarial.

En estos años el discurso público sobre la violencia, la criminalidad y las desapariciones se ha llenado de expresiones tóxicas que se han sedimentado y han colonizado el imaginario de la gran mayoría de la población, aniquilada por niveles de violencia y crueldad jamás alcanzados antes en la historia reciente de México.
En la narración oficial, reproducida por la mayoría de los medios y de los “especialistas”, es frecuente escuchar expresiones como “levantón”, término que se difundió a lo largo de los últimos años por los elementos del Estado y por los medios, en lugar de desaparición forzada o privación ilegal de la libertad, como bien se explica en el primer capítulo de este libro.

Otro ejemplo del grado invasivo del discurso hegemónico “del narco” es el concepto de “narcofosa”, neologismo que ha entrado profundamente en la cotidianidad hasta de los periodistas que se autodefinen más radicales y críticos; una “narcofosa” implícitamente presupone que los cuerpos encontrados en una fosa común clandestina, de alguna forma “tengan algo que ver” o “estén metidos” con grupos criminales (o “narcos”); esto opera la criminalización preventiva de las víctimas, frente a la ausencia de cualquier investigación por parte de las instituciones. Al mismo tiempo el concepto sugiere que los autores del delito, los que desaparecieron, asesinaron y enterraron clandestinamente los cuerpos, son parte de un supuesto crimen organizado (“narco”), del cual nadie sabe con certeza nada, pero que evoca en quien escucha un conocimiento básico y compartido que ubica la responsabilidad afuera de las instituciones mismas. Ambas interpretaciones, sin necesidad de justificación alguna por parte de las autoridades competentes, excluyen automáticamente, desde la propia enunciación, la posible participación de fuerzas de seguridad (policías de todos los niveles, Ejército, Marina, etc.) o de cualquier funcionario público en la ejecución del delito, eliminando de golpe, con puros recursos discursivos, cualquier posibilidad de implicación de elementos del Estado. Improvisadamente, entonces, la aparente neutralidad de una palabra como “narcofosa” define los límites de la acción del Estado, criminaliza a las víctimas, construye un enemigo interno y justifica la respuesta represiva de las fuerzas de seguridad, que están legitimadas para combatir a los “monstruos”, que se han manchado de un delito tan brutal, con todos los medios posibles.

La potencia discursiva de la narración hegemónica tiene y ha tenido consecuencias reales, que durante años han obstaculizado la posibilidad de comprender y dar explicaciones profundas de la violencia que estamos viviendo.
El presente libro tiene el gran mérito de desmenuzar el concepto de desaparición forzada en todas sus dimensiones, desde las jurídicas, distinguiendo la desaparición forzada de personas de cualquier otro tipo de delitos de desaparición y secuestro, para lograr sacar a la luz las responsabilidades de los funcionarios públicos, que quedan ocultas detrás del discurso pre confeccionado que atribuye al genérico “narco” toda producción de violencia. Delimitar con precisión el campo permite, finalmente, entender los engaños discursivos que tienen consecuencias reales en la vida de todos.

Además de la dimensión jurídica, el libro presenta una exhaustiva reconstrucción histórica de la práctica de la desaparición forzada en México desde la segunda mitad del siglo XX hasta el día de hoy. La perspectiva histórica es fundamental tanto para encontrar patrones en la gestión de la represión en la historia reciente, como para evidenciar la singularidad de ciertos procesos. Como bien se lee en el libro, es necesario reconocer la constante presencia del Estado mexicano en la producción y generación de violencia represiva, sin que haya propuesto una solución a ella desde finales de los años sesentas, para poder identificar los elementos novedosos de los últimos dos sexenios (Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto).

Otra vez es el discurso hegemónico que mezcla las cartas y confunde las ideas. La narrativa oficial ha explicado las desapariciones, más bien los “levantones”, como un aspecto cruel y brutal del dominio del “narco” sobre las instituciones, que habrían sido rebasadas en un contexto de Estado fallido, impotente o ausente. Los autores del presente libro rechazan con decisión la versión del Estado fallido, demostrando, con un meticuloso trabajo de reconstrucción histórica, cómo el Estado mexicano siempre ha mantenido el control del territorio y de la represión, y cómo hasta los más crueles “narcos” siempre han sido actores subalternos al poder del Estado.

Este punto es fundamental porque reubica narrativamente en su lugar el control sobre la violencia, desenmascarando, una vez más, las falacias, las mentiras y las imprecisiones del relato masivo que todos hemos escuchado y en parte hasta reproducido en estos años. Merece la pena en este sentido, citar unos fragmentos del texto, pues lo que claramente explica y plantea este libro es que la desaparición forzada es una estrategia de represión política del Estado.

Se cree, erróneamente, que la política de la desaparición forzada que desarrolló el Estado mexicano en el período conocido como “guerra sucia” se trasladó mecánicamente como una práctica del crimen organizado a la que se le llamó “levantones”. Esta explicación parte de que militares y policías de diferentes órganos de seguridad del Estado se corrompieron y se volvieron parte del crimen organizado y trasladaron la política de la desaparición forzada a la pelea territorial y de mercado entre los diferentes grupos del crimen organizado. En esta explicación, las desapariciones en México se deben principalmente a la práctica de desaparición que comete el crimen organizado.

El argumento anterior contiene elementos de verdad, pero en su conjunto oculta que la desaparición forzada es una estrategia de represión política del Estado. Es cierto que militares y policías de diferentes corporaciones se han corrompido e incluso se convirtieron en parte del crimen organizado. Un caso famoso es el Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales GAFES, militares de fuerzas especiales entrenados en los EEUU que se incorporaron al narcotráfico y luego conformaron su propia organización criminal. Sin embargo, esta explicación no analiza con profundidad el fenómeno del narcotráfico como economía criminal ligada a las políticas neoliberales y no identifica al Estado como garante de esta política económica y, por lo tanto, separa al narcotráfico del Estado y, con ello, oculta o invisibiliza la relación existente entre la política de seguridad nacional, seguridad interior y seguridad pública con la política de desapariciones forzadas.

La lucha es por el territorio y los recursos

Puede parecer incomprensible al lector que un Estado emprenda acciones tan articuladas y violentas para disciplinar socialmente a su población y controlar territorios. Sobre todo el lector podría preguntarse: ¿Pero para qué quiere el Estado controlar territorios del país a través de la violencia y del terror?

Una respuesta que se ha ido construyendo a través del trabajo de periodistas, investigadores, organizaciones y activistas es la que normalmente no está presente en el discurso hegemónico del narco: la necesidad de quitarle el control al pueblo mexicano en territorios importantes en recursos naturales para entregarlo a las empresas, nacionales y transnacionales, que explotarán aquellos recursos.

La desaparición forzada siempre ha sido un excelente método de control social, disciplinamiento y represión, adoptado sistemáticamente para sembrar terror; la incertidumbre que genera el no saber cuál es el destino de un familiar desaparecido tiene como consecuencia la parálisis, el terror a tomar decisiones que puedan afectar al ser querido. El no saber con certeza si está vivo o muerto, durante días, meses, años, es una manera muy efectiva de generar terror. A nivel social, un territorio aterrorizado por la violencia y la desaparición forzada masiva es un territorio en el que la población aniquilada preferirá callarse en lugar de protestar, o preferirá desplazarse en lugar de seguir siendo amenazada. Y de hecho la desaparición forzada masiva se acompaña con frecuencia con el desplazamiento forzado y la migración interna, en búsqueda de lugares donde poder vivir con más paz.

La lógica es al mismo tiempo despoblar territorios y aniquilar las posibles oposiciones populares y sociales a los megaproyectos extractivos.

Zonas como la Cuenca de Burgos o la Cuenca de Sabines, ricas en recursos de gas natural y gas shale, son un ejemplo de la necesidad de eliminar a la población y la oposición contra las concesiones otorgadas a las empresas mexicanas y extranjeras de extracción.

El mismo discurso se tiene que hacer con respecto a la extracción de minerales, como el oro, la plata y el hierro, abundantes en otras regiones, como Guerrero, Michoacán, San Luis Potosí, Sinaloa, en las que la violencia ha representado una constante en los últimos años.

El agua también es un recurso fundamental, tanto para el consumo humano como para uso industrial y minero (se necesitan enormes cantidades de agua potable para extraer minerales o gas shale), así que viendo el panorama desde la perspectiva del extractivismo es posible rediseñar el mapa de la violencia en México con otras categorías interpretativas.

En todo este escenario, ¿qué gana el Estado? ¿Por qué se encarga de generar violencia para favorecer fundamentalmente a actores privados y transnacionales?

Los acuerdos de licitaciones entre empresas y gobiernos estatales o el mismo Gobierno Federal son negociados por funcionarios públicos de alto nivel, secretarios, gobernadores, que reciben ofertas económicas para permitir que se exploten áreas enteras del país. Las carteras ocultas de las empresas sirven para comprar la lealtad de funcionarios públicos que puedan permitir licitaciones millonarias. Pero antes es necesario asegurar que se genere violencia y terror en el territorio, para justificar una res- puesta represivo-militar por parte del Estado, para ocupar tierras que le pertenecen al pueblo mexicano.

Lo que se plantea en este escenario entonces no es una pugna entre el llamado crimen organizado y el Estado, que lucha por mantener su legitimidad, sino una pugna entre sectores del Estado mexicano, coadyuvados por grupos criminales, para repartirse el territorio, en contra del mismo pueblo, para entregar los recursos a las empresas.

El presente libro, a través de un análisis en todos los niveles, jurídico, histórico, social, político y geoestratégico, hace un cuadro muy completo y coherente de un tema que siempre se ha tratado de forma desestructurada y, muchas veces, superficial.

Es un trabajo que es el resultado de muchos años de investigación, lucha y formación política fomentada por el Comité Cerezo México, a contracorriente respecto al discurso hegemónico. Como lo definen los autores, el libro es una herramienta (indispensable, agregaría yo) para entender una práctica de control territorial, político y de disciplinamiento represivo, que se ha vuelto masiva y estructural en México.

FEDERICO MASTROGIOVANNI 26 DE JULIO DE 2018

CAPÍTULO 1
PARA ENTENDER QUÉ ES LA DESAPARICIÓN FORZADA
1.1 ¿Qué es la desaparición forzada? Su definición en el ámbito internacional
1.2 ¿Quién comete las desapariciones forzadas en México?
1.3 ¿Las desapariciones forzadas las pueden
cometer particulares sin relación con el Estado?
1.4 Los derechos de las víctimas de desaparición forzada
1.5 Impactos psicosociales de las desapariciones forzadas
1.6 Impactos socioeconómicos de las desapariciones
CAPÍTULO 2
LOS ANTECEDENTES Y EL CONTEXTO DE LA DESAPARICIÓN FORZADA EN MÉXICO
2.1 Antecedentes de la desaparición forzada en México
2.2 Contexto: diez características de la “guerra contra el narco”
CAPÍTULO 3
LA DESAPARICIÓN FORZADA EN MÉXICO ES GENERALIZADA Y SISTEMÁTICA
3.1 La desaparición forzada se generaliza
3.2 El reinicio del terror: la desaparición forzada en el sexenio de FCH
3.3 Desapariciones forzadas selectivas en contra de luchadores sociales: invisibles entre los invisibles
3.4 La desaparición forzada como política contrainsurgente: el caso de Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez
3.5 El terror que no termina: la desaparición forzada en el sexenio de EPN
3.6 El terror contra el movimiento popular: Ayotzinapa
3.7 Después de Ayotzinapa: el terror se hace costumbre
3.8 La política de desaparición forzada al desnudo: el caso Veracruz
3.9 La desaparición forzada: el caso de las empresas legales o ilegales
3.10 Las fosas clandestinas: la respuesta del Estado ante la demanda de presentación con vida
CAPÍTULO 4
LA LUCHA DEL PUEBLO MEXICANO CONTRA LA DESAPARICIÓN FORZADA
4.1 La lucha contra la desaparición forzada, una tarea de todo el pueblo
4.2 Un pedazo de historia: el camino de la Campaña Nacional Contra la Desaparición Forzada
4.3 El proceso de la Ley General y el papel de la Campaña Nacional Contra la Desaparición Forzada
Conclusiones
Epílogo


[1Detenido-desaparecido y desaparecido de manera forzada son, ante la ONU, sinónimos, ambos conceptos se refieren a una víctima de desaparición forzada. (Nota del coordinador).

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