A 13 años de su asesinato, su familia recuerda que ella quería ser abogada para ayudar a los pobres, a los que padecían, defendía los derechos humanos, siempre luchó por romper las cadenas de corrupción, de injusticia. Ella pudo señalar a policías federales, estatales y municipales que se aprovechaban de la gente, por eso vivió entre la amenaza y el miedo, así fue mi hermana Digna, dijo Ignacio Ochoa y Plácido.
Digna Ochoa y Plácido nació el 15 de mayo de 1964, en Misantla, Veracruz, en una familia en “donde nos inculcaron la religión y la defensa de los derechos humanos”, fue la quinta de 13 hijos, en 1984 se graduó como licenciada en Derecho por la Universidad Veracruzana y como abogada comienza a asesorar a personas de escasos recursos durante y después de su servicio social, en 1991, se traslada a la Ciudad de México para ingresar al Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Prodh); a finales de ese mismo año ingresa a la congregación de dominicas, donde profesa sus votos en 1992.
A ella la marca una injusticia que vivió mi padre, Eusebio Ochoa y Plácido, fue encarcelado injustamente y desde ahí Digna prometió defender a las personas, afirmó Ignacio, quien refirió que en los ochenta, Digna Ochoa litiga los casos penales más delicados en los que están involucrados el Ejército y los servicios de seguridad pública. También lleva los casos de los presuntos zapatistas de Yanga, Veracruz, y el estado de México (1995), además de los de Aguas Blancas y el Charco (1995), en Guerrero; Acteal, en Chiapas (1997).
También el caso de los hermanos Cerezo Contreras que fueron detenidos y el de los ecologistas guerrerenses presos Rodolfo Montiel y Teodoro Cabrera, en donde ella pudo demostrar que los militares habían abusado de su poder y habían torturado a los campesinos, había intereses políticos y económicos que Digna estaba tocando .
En 1999 –señala– Digna es secuestrada e interrogada en su domicilio de la Ciudad de México lo que provoca que decida irse a Washington para salvaguardar su integridad física. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos expidió una resolución pidiendo al gobierno mexicano que tomara las medidas para proteger la vida de Digna Ochoa .
Pero ella siempre tenía una visión de salir adelante, nunca tenía un sentimiento de desánimo, al contrario siempre con una visión de ánimo, de salir adelante. Ella entró a Guerrero y nunca pensó que por los intereses fuertes que pisaba sería asesinada el 19 de octubre de 2001.
Por ello, la familia vive indignada y con coraje porque se diga que se suicidó, “nosotros sabemos quién fue Digna, era muy alegre y el gobierno del DF y el equipo de investigación que se formó en el DF, no nos va a venir a decir quién era Digna, sabíamos el límite de ella, era muy seria, pero muy responsable y a la vez alegre, convivía con la familia, con los amigos, ella como cualquier ser humano también tuvo problemas, pero nunca se le vio deprimida”.
Durante su estancia en la capital de Estados Unidos, Digna fue reconocida, junto con otros 50 activistas de derechos humanos, por el presidente Bill Clinton, también Digna Ochoa fue parte de 51 activistas de derechos humanos de 40 países incluidos en el libro Hablar con la verdad al poder: Defensores de Derechos Humanos que Están Cambiando el Mundo, escrito por Kerry Kennedy hija de Robert Kennedy.
Mientras ella fue reconocida en el extranjero por defender los derechos humanos, el gobierno de Veracruz nunca reconoció la labor de esta ciudadana veracruzana, “no se le dio ese valor, nunca se le reconoció, ni en los gobiernos anteriores ni en el actual, y más que ahora están en contra de defensores de derechos humanos”, de ahí que la única esperanza es que la Corte Interamericana de Derechos Humanos le haga justicia a Digna.