A los amigos, compañeros y organizaciones solidarias que nos han acompañado durante más de siete años.
Un año más termina y estamos satisfechos del trabajo realizado, aunque sabemos que este trabajo nunca es suficiente para aliviar el dolor de todas las víctimas de violaciones a los derechos humanos, cuya cantidad crece a ojos vista.
La represión como estrategia del Estado en contra del derecho a la protesta social se incrementa; la criminalización y la judicialización son las herramientas preferidas del Estado, sin dejar de mencionar la desaparición forzada y los asesinatos extrajudiciales que nuevamente son utilizadas.
La militarización y la “guerra contra el narcotráfico” como política del Estado mexicano, genera el imaginario social de que los ejecutados y “levantados” lo son, porque “algo habrán hecho”, y que “si no quieres broncas no te metas”, mañana, así será con los luchadores sociales y defensores de derechos humanos que criminalizados como delincuentes, ejecutados extrajudicialmente, torturados, encarcelados y desaparecidos, “algo habrán hecho para merecerlo”.
La única forma para intentar que esta situación se degrade en una espiral de terrorismo de Estado contra su propio pueblo es que las organizaciones sociales que han sido y serán golpeadas por la represión estatal aprendan a documentar los casos de violaciones a los derechos humanos cometidos en su contra para desenmascarar las nuevas modalidades represivas, los modus operandi de los grupos que le hacen el trabajo sucio al Estado y visualizar a aquellos que justificando una supuesta guerra maquinan, cometen y mantienen en la impunidad las violaciones a los derechos humanos, aquellos que al ser juzgados, no sólo no se arrepentirán de su actuar, sino orgullosos asumirán sus acciones ilegales como una muestra de “lealtad a una patria” que sólo existió en sus cabezas.
La experiencia del trabajo de derechos humanos nos enseña que el no documentar las detenciones ilegales, la tortura, las represiones masivas, el acoso y tortura sexual en contra de los detenidos, permite que se repitan de manera sistemática estas violaciones, que queden en la impunidad los mandos superiores que ordenan estas acciones y aquellos que las cometen.
Sin embargo, documentar las violaciones a los derechos humanos no es, lamentablemente, una costumbre al seno del movimiento social; hoy es tiempo de aprender una herramienta que sin hacer a un lado ninguna otra, complemente la lucha cotidiana por un México donde el respeto a los derechos humanos sea una realidad.
Hoy estamos, sin triunfalismos ni esperanzas vacuas, esperando la culminación de un ciclo de trabajo en pro de la defensa y promoción de los derechos humanos, el caso que nos hizo nacer está a unos días de concluir en su primera fase: la obtención de la libertad de los hermanos Antonio y Héctor Cerezo, estudiantes universitarios que han estado atrapados en una injusticia que se ha prolongado durante más de siete años. Pero, es sólo el principio, nuevos ciclos se han abierto y otros tendrán que abrirse, libertad sin reparación integral del daño no es justicia y es lo que nosotros, el Comité Cerezo México, a pesar de tener la maquinaria represiva del Estado en nuestra contra, conseguiremos.
¿Dónde están las fotografías, los documentos, los diplomas, el pasado gráfico y documental de los hermanos Cerezo; la ropa, los libros, la mesa, todo lo que fue robado durante la detención y cuándo lo regresan?
¿Quién va a disculparse públicamente por la campaña de difamación y criminalización en contra de los hermanos Cerezo?
¿Cómo van a regresar el tiempo perdido, las carreras universitarias truncas, la juventud?
¿Quiénes serán castigados por la tortura a la que fueron sometidos?
O sólo recibiremos, como ya es costumbre y política de Estado, amenazas de muerte, hostigamiento y ataques.
Nuevamente y como siempre lo hemos hecho, agradecemos a todos y cada uno de ustedes que, sin conocernos personalmente, responden las acciones urgentes, nos regalan desinteresadamente una firma, nos aportan recursos materiales; desde un paquete de hojas blancas hasta una parte de su salario para mantener vivo nuestro trabajo; a las organizaciones que han confiado en nosotros solicitándonos un taller de Herramientas de derechos humanos, o de Seguridad para los defensores de los derechos humanos.
Pero, especialmente queremos agradecer a aquellos con quienes hemos monitoreado las represiones y muchas veces nos han protegido de los golpes de los agentes policíacos que no respetan a los monitores de los derechos humanos y a aquellos que después de una jornada extenuante de trabajo comparten en una misma mesa y bajo un mismo techo el pan y la sal.
Gracias, mil gracias por su cobijo, que ha sido el alimento que siempre nos mantendrá trabajando en la defensa, difusión y promoción de los derechos humanos.
Y por último, sin que por ello sean menos importantes, enviamos un fortísimo abrazo a todos y cada uno de los presos por motivos políticos que desde el ostracismo al que han sido llevados, emergen en cada mención, en cada carta, en cada grito de libertad que nace de nuestro corazón.