“Tu risa me hace libre
me pone alas
soledades me quita
cárcel me arranca”.
Salir, correr, observar y no toparse con muros, alambradas, rejas, celdas…¡Libertad!, gritamos y deseamos los presos. Dejar la cárcel, abandonar el presidio impersonal, inexpresivo.
Sin embargo, estar fuera de la cárcel no nos hace automáticamente libres, ni estar en ella provoca automáticamente dejar de serlo.
Habemos personas, que si bien es cierto, no somos libres de salir de la cárcel, estamos sometidos a normas, algunas absurdas y disciplinas impuestas, somos en cierto aspecto libres.
Hay personas que sin estar encerradas en un penal, en una celda, haciendo lo que ellos quieren “sin limitaciones de ninguna índole”, no son libres.
La cárcel limita nuestra movilidad física e intenta acotar, y en varios aspectos lo logra, nuestra actividad académica, de estudio; la cárcel cercena de tajo la posibilidad de desarrollar nuestra praxis transformadora y de desarrollo multifacético. Pero no por lo anterior necesariamente destruye o debilita nuestra comprensión acerca de la necesidad de la transformación radical de la sociedad cuyo sustento es el modo de producción capitalista, y ésta comprensión, de la necesidad de transformación social, nos hace intentar desde la cárcel, ser partícipes, a pesar de las limitaciones de tiempo, espacio y comunicación con el exterior, de la misma.
¿Pero qué puede hacer el preso de conciencia o político desde una cárcel de alta seguridad? ¿De qué manera contribuye a la transformación social?
Podemos estudiar, podemos mantenernos informados de lo que acontece afuera de aquí, con grandes limitaciones por supuesto; podemos dibujar, pintar, escribir; hacer poesía, cuento, novela; podemos analizar y opinar sobre la realidad social y podemos no claudicar, es decir, podemos y debemos convertir nuestro encierro en una circunstancia que temple nuestra convicción de resistir y transformar.
¿Y por qué escribir y por qué no claudicar? Porque es necesario, la necesidad de la transformación social nos lo exige, o en otras palabras: es necesario enseñar que ni la detención, tortura y encarcelamiento son circunstancias que dobleguen la dignidad del pueblo que nos alimenta y del cual somos, porque así lo hemos decidido, depositarios.
La transformación social no exige mártires, exige hombres consecuentes que den vida con su vida a la resistencia social organizada.
Comprender lo anterior y esforzarnos cotidianamente por consolidar nuestras convicciones nos hace a los presos de conciencia y políticos, libres a pesar de estar presos.
La supuesta libertad que nos da el sistema social es aquella que le permite al hombre hacer de su vida lo que le plazca sin modificar la estructura económica que sustenta nuestra sociedad y sin contraponer sus ideas o praxis a las ideas dominantes y a la no praxis dominante.
En ese sentido, esa libertad individual no hace más que reproducir las cadenas sociales que se nos presentan en forma de costumbres, ideas, slogans, libros, T.V., radio, revistas; en el hogar, en la escuela, el trabajo, la iglesia.
Es falso que podamos hacer lo que queramos sin tomar en cuenta nuestras condiciones materiales de vida, por ejemplo: un obrero no puede ir a Europa, como si lo puede hacer una persona con posibilidades económicas y es más, es posible que ni siquiera quiera ir a Europa porque simple y sencillamente le es imposible.
Somos “libres” mientras no actuemos contra la dominación social de la clase en el poder, pero esa libertad es ficticia y sólo reproduce la enajenación del hombre y por tanto el sistema social que nos oprime.
La libertad individual sólo es posible si se construye con los otros es decir, la libertad individual sólo será posible en una sociedad libre: donde la asociación de los hombres para producir sus bienes materiales de existencia esté basada no en la explotación de unos sobre otros, sino en la asociación voluntaria y consiente que los hará libres.
Las condiciones materiales del hombre determinan su existencia y la libertad que puede anhelar; el hombre que comprende la posibilidad y necesidad de transformar el capitalismo, construye su libertad social basada en la comprensión de las exigencias que son producto de su labor, de su praxis transformadora.
Marx y Engels dirían que la libertad es la comprensión de la necesidad, no de la necesidad física o espiritual individual, sino de la necesidad social del conjunto de hombres determinados por sus condiciones materiales de vida y el lugar que ocupan en la producción, y que tienen como misión histórica ser los sepultureros de la propiedad privada, la división del trabajo (entre trabajo intelectual y material), de la explotación del hombre por el hombre y de las clases sociales.
Antonio Cerezo Contreras, preso de conciencia sentenciado a 13 años y 6 meses de prisión.
Cefereso#1 “La Palma”. Edo Méx.