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La lucha contra el neoliberalismo y el reformismo burgués

Héctor Cerezo Contreras. Carcel de exterminio Puentre Grande, Jalisco

Martes 30 de marzo de 2004, por Comité Cerezo México

La lucha contra el neoliberalismo, contra la globalización capitalista está condenada al fracaso si no es que ésta, cuestiona al capitalismo como sistema. Por ello, la lucha antineoliberal de la pequeña burguesía no tiene un futuro promisorio y a la larga representa un obstáculo para el desarrollo del movimiento capitalista. La pequeña burguesía reformista no entiende por su origen de clase que es imposible humanizar al capitalismo o hacerlo ético o ecologista o feminista.

En anteriores artículos hemos escrito de cómo grandes sectores de la pequeña burguesía ante el desarrollo del imperialismo a nivel mundial (Globalización capitalista) han adoptado por cuestión de sobrevivencia una posición políticamente contraria al neoliberalismo, y que esta política antineoliberal de la pequeña burguesía si bien representa en este momento un elemento positivo para la lucha de los movimientos anticapitalistas, económicamente representa una propuesta reaccionaria, regresiva, es decir, representa un ilusorio intento de volver a políticas económicas y sociales propias de un capitalismo de mediados del siglo XX. También mencionamos que la lucha contra el neoliberalismo que encabeza la pequeña burguesía (mediante un sector de la llamada izquierda, representa sus intereses en el plano político) se ha convertido en un aglutinador del descontento social y en el medio por el cual se busca disputar el control del Estado a la burguesía como clase, a la oligarquía financiera nacional e internacional.

Ahora bien, la oposición de la pequeña burguesía al desarrollo actual del imperialismo, que no cuestiona su naturaleza capitalista representa en términos políticos un reformismo que no se sale ni pretende salirse de los marcos capitalistas. Ni siquiera es aquel reformismo que enarbolaba la mayoría de la izquierda antes del derrumbe del campo socialista, la cual pugnaba por un cambio gradual del capitalismo al socialismo. Este es un reformismo que se limita a luchar contra las políticas neoliberales y contra los efectos negativos de la globalización capitalista; un reformismo que ha renunciado teórica y prácticamente a construir una sociedad no capitalista; un reformismo que ya no se propone reformar la sociedad para encaminarla hacia una sociedad socialista sino que se propone reformar la sociedad para humanizar al capitalismo para volver a una etapa histórica superada por el desarrollo imperialista; un reformismo que trata de resolver las contradicciones clasistas que el imperialismo agudiza queriendo volver a un pasado en donde éstas se presentaban en una forma menos aguda; un reformismo que la pequeña burguesía­ difunde dentro de los movimientos sociales para canalizar la inconformidad popular a una lucha por migajas y por pírricas concesiones por parte de los que detentan el poder y el dinero. Pero ¿Quiénes son estos modernos reformistas? ¿Cómo se presentan ante el pueblo? ¿Cuál es el discurso político e ideológico del que se sirven para engañar al pueblo?

La pequeña burguesía como toda clase social tiene quienes la representan en el plano económico, político e ideológico. Actualmente en el plano político la pequeña burguesía defiende sus intereses a través de algunos partidos, organizaciones y movimientos sociales, que en su mayoría se autodefinen como de izquierda. Aunque esto no significa que toda la izquierda sea pequeño burguesa. Basta con leer los programas políticos y las propuestas de país que enarbolan muchos de estos agrupamientos de izquierda para darnos cuenta de sí el pensamiento que los guía corresponde a los intereses de los trabajadores o corresponde a los intereses de una pequeña burguesía que se debate entre su oposición al desarrollo imperialista y su oposición al desarrollo imperialista y su oposición al desarrollo no capitalista de la humanidad. Muchos de los políticos que se autonombran como de izquierda, en lugar de representar a la clase trabajadora e impulsar una lucha anticapitalista, socialista, representan el pensamiento y los intereses de la pequeña burguesía­.

El reformismo crea la ilusión de que el neoliberalismo es la fuente de todos los males económicos, políticos y sociales que aquejan a nuestra sociedad y de que sólo un gobierno no neoliberal (pero si capitalista) encabezado por la pequeña burguesía­ podrá resolver todos esos males. El pensamiento reformista pequeño burgués se limita a cuestionar las políticas neoliberales al mismo tiempo que defiende al sistema capitalista. Lo que ofrece este reformismo a los pueblos explotados es atenuar o frenar las agudas contradicciones que general el imperialismo, logrando que éstas en lugar de resolverse revolucionariamente, mediante la construcción de una sociedad distinta permanezcan dentro de los marcos capitalistas y se resuelvan en un futuro próximo mediante una mayor intensificación de la explotación y de la miseria de los trabajadores.

La “alternativa” reformista de la pequeña burguesía se difunde dentro del pueblo mediante un discurso que podríamos resumir en la siguiente frase: Todo pasado fue mejor. Al obrero que ve constantemente reducido su salario y sus prestaciones sociales le promete al menos volver a los tiempos en que el salario alcanzaba para lo necesario, le promete una menor explotación, pero no acabar con ella, al campesino le promete mantener su tierra y el apoyo estatal para la siembra y la cosecha, al pequeño y mediano empresario le garantiza un mercado interno y el apoyo estatal, al estudiante, becas y el control del Estado de la educación, a los sindicatos la no privatización de las industrias. Es como si dijeran; volvamos a cuando nos explotaban y oprimían menos, a cuando no había tantos pobres y tanto desempleo, a cuando las crisis no eran tan duras y largas.

Así como la pequeña burguesía antineoliberal representa en el plano económico una propuesta reaccionaria, en el plano político representa un reformismo que no sale ni pretende salirse de los marcos capitalistas. Y en el plano ideológico representa la renuncia a pensar, a creer, a soñar, a luchar por una sociedad no capitalista. Una renuncia a la esperanza de que otro mundo es posible; una renuncia a construir una sociedad socialista; una renuncia a mirar el futuro para refugiarse en un pasado históricamente imposible de hacer volver. Pero, así como la actual crisis imperialista agudiza la pobreza y la explotación y coloca a una gran parte de la pequeña burguesía contra el neoliberalismo, así también abre la posibilidad para que los explotados y oprimidos comiencen a cuestionar con más fuerza las bases económicas en que sustenta la sociedad capitalista. Así como ante la crisis imperialista la pequeña burguesía antineoliberal trata de resolver dicha crisis mediante reformas que intentan frenar el desarrollo imperialista, así los trabajadores comienzan a adquirir conciencia de que sólo mediante una alternativa revolucionaria que termine de una vez por todas con el origen de la pobreza, con la falta de trabajo, la carencia de educación, la falta de vivienda, etc., es como se podrá resolver dicha crisis. Ante la alternativa reformista se va formando una alternativa revolucionaria, la cual viene manifestándose embrionariamente en los movimientos sociales que cuestionan al capitalismo, movimientos antisistémicos y movimientos socialistas.

La lucha contra el neoliberalismo, contra la globalización capitalista está condenada al fracaso si no es que ésta, cuestiona al capitalismo como sistema. Por ello, la lucha antineoliberal de la pequeña burguesía no tiene un futuro promisorio y a la larga representa un obstáculo para el desarrollo del movimiento capitalista. La pequeña burguesía reformista no entiende por su origen de clase que es imposible humanizar al capitalismo o hacerlo ético o ecologista o feminista. La lucha contra el neoliberalismo sólo tiene sentido si ésta es llevada a cabo por los trabajadores de la ciudad y el campo, que concientes de la necesidad de construir una sociedad más humana enarbolan la lucha contra el neoliberalismo como un objetivo político inmediato de crear conciencia en la gente, de despertar a los obreros, campesinos, indígenas, estudiantes, amas de casa, desempleados y comerciantes ambulantes del largo sueño inactivo y conformista al que los han sumido los poderosos, los millonarios y no como un fin en sí mismo. Luchar contra el neoliberalismo no significa necesariamente luchar contra el capitalismo. Pero luchar contra el neoliberalismo desde una perspectiva anticapitalista no sólo es posible, sino una necesidad y a su vez una tarea urgente para los que luchan por un mundo mejor. Pues de lo que se trata es de acabar de raíz con el origen de la miseria, del hambre, de las guerras, del abismo que existe entre unos pocos que lo tienen todo y la gran mayoría de la gente que no posee nada o casi nada. Luchar contra toda forma de explotación de opresión y discriminación nos lleva si somos consecuentes, a luchar contra el capitalismo y a luchar por una sociedad más humana en donde se produzca de acuerdo a las necesidades del pueblo, en donde se garantice el trabajo bien remunerado, el acceso gratuito a los servicios médicos, el derecho a una educación científica, humanista y gratuita, el derecho a una vivienda digna, el acceso al deporte y a la cultura.

Los movimientos anticapitalistas deben aprovechar esta oportunidad histórica de crisis imperialista, de una pequeña burguesía antineoliberal, de una creciente inconformidad social, de la corrupción y descrédito de los políticos tradicionales para avanzar en la construcción de un movimiento que se levante como una alternativa revolucionaria que necesita el pueblo. Es urgente resolver las contradicciones que el imperialismo engendra mediante una salida revolucionaria que asegure la existencia de una humanidad constructora de su propio destino y ajena a la destrucción y a la degradación humana.

Héctor Cerezo Contreras, preso de conciencia.

CEFERESO No. 1 “La Palma”, Almoloya de Juárez

30 de marzo de 2004

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