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Gobierno bipolar

Nohemí Vargas Anaya / Cambio de Michoacán

Lunes 22 de junio de 2009, por Comité Cerezo México

Desde hace varios años, en México los conflictos ya no se resuelven en los tribunales, porque nuestro sistema de justicia se encuentra copado de corrupción. El gran árbitro, que hoy por hoy alimenta a diario el gobierno federal con mentiras a manos llenas, son los medios de comunicación.

Si hablamos del levantamiento armado de 1994, de la masacre de 1968, de la caída del sistema de 1988, lo mismo que de Atenco, de los hermanos Cerezo o de las elecciones presidenciales del 2006, encontramos el factor común de la imposición de una “verdad” en primer plano que a toda costa debe ser consumida, asimilada y aceptada por el dominio público, sin necesidad alguna de voltear a ver expedientes judiciales que mucho tendrían que revelar al respecto (claro, cuando no se maquillan).

Lo anterior no ha sido suficiente, porque además debemos sumarle el caudal de impunidad que corre desde la ya mencionada elección presidencial, que por cierto no determinó el electorado, sino el Tribunal Electoral.

Así pues, la ciudadanía es tomada como la testiga silenciosa, analfabeta y débil mental que debe asentir mansamente a cuanta difamación se le pueda ocurrir filtrar al gobierno panista que ha dejado en el olvido palabras como Hildebrando, topes de campaña rebasados y demás señalamientos que -éstos sí con pruebas- quedaron en la memoria del resto para recordar que si alguien carece de poder otorgado en las urnas es precisamente el aludido.

Hace unos días, se difundió ampliamente una filtración en torno a que el gobernador michoacano Leonel Godoy recibió financiamiento del narco en su campaña. ¿Es cierta la acusación?, ¿a alguien le importa que lo sea? La prueba de que los conflictos no se dirimen en los tribunales, sino en los medios, es que en estos momentos usted puede preguntar a cualquier persona sobre Godoy Rangel, y muy probablemente la mayoría responderá que se trata de un gobernante aliado con el hampa.

Nadie ha llegado al punto de analizar esta acusación, como miles de ellas existen contra otras personas a quienes el poder ha logrado aplastar aunque la razón les asista.

Primera observación. Un diario de circulación nacional puede publicar, a partir de lo que una tercera persona le dijo a un supuesto testigo protegido, que los consejeros del IFE se dedican a la explotación sexual infantil; que el presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos tiene un narcolaboratorio en su casa o que el subcomandante Marcos es talamontes.

Y tan puede hacerlo, que ya lo vimos este fin de semana con el jefe del Ejecutivo michoacano. Y no importa si es cierto, no importa si existen documentos que lo respalden porque antes, antes, y repetimos, antes que cualquier juicio legal se encuentra el poder de difundirlo. Y con eso basta, porque más vale pedir perdón que pedir permiso; porque el que pega primero, pega dos veces.

Valientes ejemplos estamos dando a las y los jóvenes que hoy estudian para ejercer como reporteras, reporteros o comunicólogos en general: no importa qué tanto corroboren su fuente y tampoco, por supuesto, la asignatura sobre deontología. Y si a eso sumamos que las y los egresados de carreras universitarias son de los sectores que más padecen para encontrar empleo, entonces tampoco vale la pena estudiar, ¿o sí?

Segunda observación. Está chistoso eso de que la PGR reitera que el gobernador no es sujeto de investigaciones, ni existen elementos para vincularlo con el crimen organizado ni antes ni después de las elecciones.

Chistoso, porque parece entonces que tenemos un gobierno bipolar. Un gobierno que permite una nota como la ya mencionada, pero que públicamente niega que sea cierta. Un gobierno que permite la difamación generada por un medio (es decir, que no aplica la ley en cuanto al derecho a la información y a la libertad de expresión que por supuesto conlleva sus responsabilidades) y que evidentemente no va a mover un dedo por un gobernante ajeno a su partido, y que por cierto ganó una elección -ésta sí legítima- en un estado en donde el otro no pudo. No-pu-do.

Y la población, ya ni para qué le contamos. Vea usted a su gobierno federal bipolar con el poder de crear culpables y negarlos de un día para otro, pero además, y esto es monstruoso, con el cinismo de vulnerar un palacio de gobierno estatal y de levantar (no detener, no catear, no presentar orden de aprehensión, no) a quien considere incómodo bajo el amparo de una ley aprobada… ¿Cuándo? ¡Durante los días de la influenza!

Lo perverso del asunto es que si una se atreve a criticar, entonces, en automático se trata de un pronunciamiento en contra del crimen organizado. ¿No apruebas lo que hace el presidente Calderón? Ah, entonces no apruebas la lucha contra el narco, por lo tanto, eres su cómplice. (Caray, qué buena estrategia, nos sentimos en plena Inquisición).

Conclusión. Si lo que la derecha maquiavélica desea es ganar la elección federal de este 5 de julio, ya sabemos cuál es la estrategia, y ya sabemos también que se ampara en especialistas de la más baja calaña. Si el pueblo es tan soso como ellos creen, lo veremos en quince días. No obstante, queda al descubierto, una vez más, lo que muy tarde comprendió el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas: los medios de comunicación no pueden subestimarse o usarse aisladamente en lo que constituye un proyecto político, sobre todo si se trata de la izquierda. La buena noticia es que también existen estrategias mediáticas que no dañan a la sociedad.

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