A lo largo de la era del PRI, ese tiempo feliz que resucita en ocasión de ceremonias culminantes, represiones, votaciones de carro y jet completos, bodas y bautizos, algunos eufemismos se han usado con tal regularidad que se vuelven parte de la mínima o máxima sabiduría política de la población entera, tan urgida de refranes y frases de ocasión. A continuación una lista breve de estas obviedades que desearían ser trampas:
—Renuncia por motivos de salud: la expresión clásica por excelencia que engalana de razones médicas a los despidos, a sabiendas de que como explicación no será creída por nadie.
—En México no hay presos políticos, sólo delincuentes del orden común: el primer emisor de este barbarismo judicial es el presidente Adolfo López Mateos (1958-1964), que lo enarbola ante la protesta por los encarcelamientos de los líderes del Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros, encabezados por Demetrio Vallejo, Valentín Campa y un grupo valeroso enviado a la cárcel (Lecumberri y Santa Marta Acatitla) 11 años y medio por el delito de “disolución social”, que es tan solo y únicamente el ejercicio del derecho de huelga. Luego, en 1968 los estudiantes del Consejo Nacional de Huelga van a la cárcel por “subversión”, y la lista sigue hasta los gobiernos de Fox y Calderón, que multiplican el número de presos políticos (ejemplos: Oaxaca, Atenco, los hermanos Cerezo, etcétera).