La corrupción política es un fenómeno tan viejo como la política misma, un fenómeno que pareciera no respetar sociedades antiguas y modernas, regímenes dictatoriales y democráticos, izquierdas y derechas, países industrializados y países en vías de desarrollo.
A la corrupción política la podemos encontrar tanto en la Grecia antigua como en nuestras modernas sociedades. México no es la excepción. Pero no por ello debemos de identificar la política con la corrupción como si fueran dos aspectos inseparables y mucho menos justificar la corrupción política como un mal necesario o como un mal imposible de contener. Lo que sí debemos de identificar es la corrupción política con una forma de hacer política, con una manera de concebir y de practicar la política y con una forma de asumirse como político. Podemos decir que existe una forma de hacer política que fomenta, oculta y solapa la corrupción con el objetivo personal o de grupo de obtener por ese medio: poder, influencias o riqueza.
Una forma de hacer política propia de un sistema económico que tiene como fundamento la venta y la compra de todo lo existente, incluido el ser humano y que encuentra su justificación moral en el utilitarismo, el individualismo el pragmatismo y en el afán de lucro. Una forma de hacer política que está ligada de manera más estrecha a las sociedades donde existe una mayor desigualdad económica y social, donde la miseria, la falta de trabajo digno y la falta de oportunidades para una vida decorosa integran un campo propicio para poder corromper y para poder ser corrompidos.
Una forma de hacer política que lejos de buscar el beneficio y el mejoramiento económico, social y cultural de la sociedad busca el beneficio y el enriquecimiento indebido de unos cuantos, de los políticos que han hecho de la política un medio de satisfacer sus mezquinos intereses y de los que pueden pagar para que defiendan otros intereses particulares.
Pero así como existe una forma de hacer política que asume la corrupción como una parte importante e indispensable de ella, existe otra forma de hacer política que combate la corrupción y que pugna por la transparencia gubernamental, por la rendición de cuentas y por el castigo a los corruptos.
Una política que asume principios éticos y morales que corresponden a la necesidad de buscar el bienestar de la sociedad, una política en donde la honestidad, el respeto, la solidaridad y el bien común son la base de su praxis, de su ser. Una política que nace de aquellos que luchan por mejores condiciones de vida, de los que respetan los derechos humanos y de los que hacen valer los derechos económicos, políticos y sociales del pueblo.
México está cansado de políticos corruptos que sin ningún respeto por la gente que los mantienen, roban, trafican con influencias, corrompen y solapan a narcotraficantes.
Desgraciadamente en nuestro país la corrupción política es un fenómeno viejo, el cual ha venido exacerbándose durante los más de 70 años de dictadura priista y que continua presentándose en la presente administración panista sin que se avisore en un futuro próximo una real disminución.
Pero lo más preocupante para los que luchamos por una sociedad más justa es que algunos de quienes enarbolan la lucha contra toda forma de corrupción se vean atrapados en las redes de esa forma envilecida de hacer política. Si los que dicen combatir la corrupción son corruptos entonces el descrédito de la política es muco mayor.
Pareciera que al paso que va la política mexicana vamos a llegar a una situación similar a la de Argentina en donde la gente cansada de tanta corrupción y miseria resumía su descontento con el grito: ¡Que se vayan todos! refiriéndose a los políticos de todos los partidos.
Por eso es urgente dignificar la política y dotarla de un contenido moral que realmente contribuya al mejoramiento de la sociedad y pueda resolver los grandes lastres de nuestro tiempo, que elimine la miseria, el desempleo, la delincuencia y la ignorancia. Es urgente una política que enarbole la justicia, la igualdad, la soberanía y la democracia para poder salvarnos del desastre al que nos arrastran los políticos neoliberales y sus políticos corruptos que los defienden e impulsan. De otra manera estamos condenados a mantener con nuestro trabajo a todos los corruptos.
Héctor Cerezo Contreras
La Palma de concreto, Estado de México.