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México: ¿cambio de Gobierno para que todo siga igual?

Domingo 2 de diciembre de 2012, por Comité Cerezo México

No en vano, activistas pro Derechos Humanos como los fundadores del Comité Cerezo , Premio de la Paz de Aquisgrán 2012, trazan un nexo entre el modelo económico neoliberal que impera en el país y los efectos de la llamada ‘guerra contra el narcotráfico’. Para Antonio y Alejandro Cerezo, víctimas de la represión estatal, la narcoviolencia y el neoliberalismo son dos caras de la misma moneda.

México tiene un nuevo Gobierno desde el pasado 1 de diciembre. Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), recibió el testigo de manos del ya expresidente Felipe Calderón, del conservador Partido de Acción Nacional (PAN). La llamada ‘guerra contra el narcotráfico’ iniciada por Calderón en 2006 ha marcado a fuego el sexenio legislativo recién acabado: es decir, el despliegue del ejército y la policía en las calles de México para combatir los carteles de la droga y los grupos criminales que operan en el país.

Aunque el objetivo (oficial) era acabar con el crimen organizado y la corrupción que carcomía México desde hacía años, la política de seguridad puesta en marcha por el Gobierno conservador difícilmente podría haber sido más ruinosa: oficialmente, las muertes derivadas de la narcoviolencia y la violencia estatal superaron las 47.000 hasta septiembre de 2011 (aunque otros medios y organizaciones no oficiales aseguran que las víctimas mortales superan las 70.000 e incluso las 80.000 personas); el enfrentamiento entre los carteles de droga y grupos criminales se ha agravado hasta tal punto que el Estado mexicano ha perdido el control de algunas regiones del país; la corrupción no parece haberse reducido, sino más bien aumentado gracias a los cientos de millones de dólares procedentes del narcotráfico y que fluyen en la circulación legal; al menos 160.000 personas se han convertido en desplazados internos a causa de la violencia generalizada en algunos Estados; y por último, pero no por ello menos importante, las violaciones de Derechos Humanos son actualmente sistemáticas en México.

Asociaciones como Human Rights Watch (HRW) o Amnistía Internacional (AI) certifican esa ruinosa política de seguridad del anterior Gobierno. El informe de HRW ‘Ni derechos ni seguridad. Asesinatos, tortura y desapariciones en la guerra contra las drogas en México’ ofrece un dato demoledor: el número de asesinatos aumentó en México un 260% entre 2007 y 2010. AI denuncia en su informe ‘Culpables conocidos, víctimas ignoradas. Tortura y maltrato en México’ que las violaciones de derechos humanos (torturas, desapariciones y ejecuciones) cometidas por las fuerzas de seguridad y el ejército son ahora algo habitual en el país. A todo ello hay que sumar la impunidad imperante en la sociedad mexicana: según Raúl Plasencia, presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, “aproximádamente 8 de cada 100 delitos que se cometen (1.7 millones) son denunciados (cifra negra del 92%) y solamente el 1% es perseguido por las Procuradurías Generales de Justicia, llegando a sentencia condenatoria, lo cual se traduce en un 99% de impunidad”.

En México, por tanto, con la justicia ocurre algo similar que con la riqueza: está extremadamente mal repartida. Ello provoca que haya víctimas de primera, segunda y tercera categoría. No en vano, activistas pro Derechos Humanos como los fundadores del Comité Cerezo , Premio de la Paz de Aquisgrán 2012, trazan un nexo entre el modelo económico neoliberal que impera en el país y los efectos de la llamada ‘guerra contra el narcotráfico’. Para Antonio y Alejandro Cerezo, víctimas de la represión estatal, la narcoviolencia y el neoliberalismo son dos caras de la misma moneda. El siguiente reportaje publicado recientemente en el Setmanari Directa profundiza en esa tesis:

Los más críticos con el actual statu quo mexicano, como asociaciones de víctimas como el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad del poeta Javier Sicilia o los sectores más radicales del Partido de la Revolución Democrática (PRD), de centro-izquierda, también acusan a PRI y a PAN de ser dos caras de la misma moneda: dos formaciones que, desde la llegada del sistema democrático formal, participan en un bipartidismo de turno pacífico que impide cambios sustanciales en la política económica o de seguridad, afirman esas voces críticas del país.

México, paradójicamente, es considerado una de las principales economías emergentes por su potencial de crecimiento, su estratégica situación geográfica, y su joven y gran población, mientras ve como sistemáticas y graves violaciones de Derechos Humanos, la narcoviolencia y el crimen organizado se engangrenan en el corazón de su sociedad. La historia de Olga Reyes Salazar, protagonista de un reportaje emitido recientemente por la televisión internacional alemana Deutsche Welle, es la personificación de las trágicas consecuencias generadas por la ‘guerra contra el narcotráfica’ y sufridas principalmente por las clases populares mexicanas, principales víctimas de la impunidad.


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