16 de febrero de 2009
Mis amores: Emiliana, Francisco, Antonio, Héctor y Alejandro.
Ante todo deseo expresar mi sincero agradecimiento a todas y cada una de las personas, organizaciones defensoras de los derechos humanos, organizaciones políticas y sociales, a los medios de comunicación escritos, a sus valientes reporteros, corresponsales y directivos; a los conductores que a través de la radio y televisión al hacer uso de los resquicios de la censura han osado transmitir noticias y algunas de mis primeras cartas dirigidas a mis hijos y hacer pública de esa manera la injusta prisión a la que fueron sometidos como rehenes del Estado mexicano desde el 13 de agosto del 2001 hasta el 16 de febrero de este año 2009.
Volver a expresar mi agradecimiento a la abogada Pilar Noriega, primera en aceptar a petición de una compañerita de la escuela de mi hijo Alejandro, la defensa jurídica de los tres, a la abogada Digna Ochoa y Plácido q.e.p.d., y en su ausencia a su familia y a la abogada Bárbara Zamora, quienes en su momento desde el aspecto jurídico dieron la batalla hasta arribar a demostrar la INOCENCIA de mis hijos respecto al delito de la colocación de artefactos explosivos en sucursales bancarias, rebajar la pena de 13 años y fracción por la injusta pena, de todas maneras, de siete años 6 meses y la EXONERACION tres años y medio después de permanecer prisionero y rehén del Estado mexicano en el Penal de Máxima seguridad del Altiplano, de mi hijo Alejandro. Gracias, muchas gracias a todos por su atención, interés, solidaridad y ayuda.
Gracias a cada una de las y los jóvenes de las Brigadas Internacionales por la Paz por el acompañamiento que brindaron a mis hijos Emiliana, Francisco y posteriormente Alejandro con su constante presencia, amistad y solidaridad durante estos difíciles años.
Gracias también a los compañeros y amigos de escuela de Alejandro, Héctor y Antonio que se unieron a Emiliana y Francisco para darle forma al Comité Cerezo; gracias a quienes en Guadalajara, Puebla, Jalapa, Oaxaca y Michoacán, en nuestro México, formaron filiales del Comité; Canadá, Venezuela, Estados Unidos, Francia, Italia, España, Alemania, Bélgica difundieron esta injusticia y se solidarizaron con mis hijos.
Entiendo que para que mis hijos alcanzaran hoy su libertad, brindaron su solidaridad de diversas maneras, se los agradezco nuevamente y permítanme decirles que les admiro a tod@s porque invirtieron en esta lucha un valioso tiempo de sus vidas con su constancia, su trabajo y su denuncia, lo que ha ayudado a que el mundo conozca las violaciones que comete a diario el Estado mexicano a los derechos humanos de los luchadores sociales, sus familias, sus amigos y de personas como ustede,s amantes de la justicia.
Mi gratitud hacia tod@s ustedes crece porque a pesar de las amenazas recibidas en el caso de mis hijos, no sólo lucharon por su libertad sino también luchan para lograr la libertad de todas las presas y presos políticos y de conciencia que existen en nuestro México. Ojalá que así sigan, que jamás el hermoso sentimiento de la solidaridad deje de anidar en su pecho y nunca dejen de luchar en contra de las injusticias y delitos de lesa humanidad que comete el Estado Mexicano al violar flagrantemente los derechos humanos a través de sus gobiernos e instituciones que debieran ser procuradoras de justicia y son fabricantes de delitos para criminalizar la lucha social.
Hoy, 16 de febrero de 2009 recuperaron mis hijos Antonio y Héctor su libertad, hoy, dejaron de ser rehenes políticos prisioneros del Estado mexicano y, me pregunto ¿Cuál será la "modalidad" con la que los seguirán acosando para mantenerlos como rehenes ya en libertad? ¿De qué forma tratará de continuar manteniéndolos como sus rehenes políticos? Ó ¿Se producirá un fatal accidente carretero, un robo a mano armada, una riña callejera, cualquier cosa para intentar arrancarles la vida?
Llegan a mi memoria recuerdos del pasado y como si fuera ayer me veo leyendo un periódico en el que se hace la crónica de un enfrentamiento entre jóvenes guerrilleros y policías y en la lista de las víctimas mortales, está el nombre de David Sarmiento, quien había pertenecido a la Liga Comunista 23 de septiembre, joven que tenía poco tiempo de haber recobrado su libertad, que estaba retomando la normalidad de su vida cotidiana y fue asesinado por agentes federales de seguridad y para justificar su asesinato se dijo que había pasado nuevamente a la clandestinidad y había participado y muerto en el enfrentamiento.
Y en un abrir y cerrar de ojos regresé al presente sabiendo que mis hijos, sin ser guerrilleros o haber militado en organización armada alguna, sin excepción correrán ese y otros riesgos, el de ser asesinados, o víctimas de la desaparición forzada tratando de hacer creer a la opinión pública que se unieron con sus papás… y por un instante mi corazón latió aceleradamente ante esa posibilidad para poco a poco, a fuerza de respirar profundo retomar su ritmo porque sé también que no estarán solos ya, que si bien la injusticia y sobre todo la impunidad campea en nuestro desolado país, el pueblo mexicano se organiza cada día mejor, si no hagamos un recorrido a todas y cada una de las organizaciones sociales o políticas en la legalidad o la clandestinidad que luchan de manera pacífica o con las armas por derrotar a la injusticia, por la presentación con vida de las víctimas del delito de lesa humanidad de desaparición forzada, por acabar la corrupción y la impunidad, que luchan por la libertad, la democracia, el socialismo y la dignidad del pueblo mexicano.
Valga un ejemplo: el pueblo de San Salvador Atenco, la familia de América del Valle, su mamá, sus hermanos, todos luchando con entereza por la justicia, contra la impunidad y su papá Ignacio del Valle que purga una injusta condena de 112 años en el penal de máxima seguridad del Altiplano junto a otros luchadores sociales, prisioneros, sí, pero sin que sus cancerberos les hayan podido cortar las alas como no pudieron hacerlo con mis hijos, al contrario, las han plegado un poquito para conservarlas y no rompérselas en un desesperado batir contra los barrotes de las celdas. ¡Ahhh! Han abierto otras alas, las de la imaginación y esas jamás cancerbero alguno podrá aprisionarlas, porque son fuertes, están nutridas con los recuerdos, los sueños, las fantasías y un indeclinable amor a su tierra, a la justicia, la dignidad y la solidaridad. Y como ellos cuántos presos políticos o de conciencia, más.
Mis amores Héctor y Antonio: sientan también en cada abrazo que reciban los brazos de papá y mamá, sientan que con el viento que acaricia su cara van miles de besos y palabras de aliento, de alegría y de tristeza contenida por no poder estar con ustedes, de angustia porque conocemos cómo se las gasta el Estado mexicano, pero sobre todo disfruten de la cercanía de todas las personas que los rodean y agradezcan a todos y cada uno por los riesgos que han corrido al solidarizarse con ustedes y acompañarles aunque sea sólo por un momento desde que fueron hechos rehenes y prisioneros hace ya siete años, seis meses y tres días.
Que no haya reproches de ningún tipo, no alberguen resentimiento alguno, sé que tal vez será difícil el ejercicio pero, también sé que deben encontrarse entre los primeros en olvidar cualquier tipo de agravio en función de conjuntar esfuerzos y contribuir a unificar a nuestro pueblo para poder transformar la realidad que vivimos y que agobia más a los más pobres, a los miserables.
Disfruten de su libertad y cuando sus ánimos se serenen, confronten sus deseos con la realidad y adelante, confiamos en que si han podido superar los injustos castigos en la prisión, las vejaciones, las humillaciones, la tortura psicológica, el constante intento de su despersonalización, podrán sortear los avatares de la vida en libertad. Espero que como bien lo escribiste Toño, no se sientan héroes ni merecedores de nada especial por haber estado en prisión. Llegó el momento de poner en práctica lo aprendido durante estos siete años y medio.
Valen, las mismas recomendaciones para con Ale cuando recuperó su libertad, atiendan su salud en todos los sentidos, retomen sus estudios, no sean desagradecidos y tengan la sencillez necesaria para insertarse nuevamente a una realidad diferente a la que dejaron pero tan igual en muchas cosas que hasta se sorprenderán.
Gracias Emi. Gracias, Francisco. Gracias, Ale. Gracias por demostrarnos que a pesar de los errores que cometimos como padres en su infancia, han sabido crecer y ser solidarios entre ustedes y con los que les rodean.
Para terminar quiero decirles mis amores, que seguiré escribiéndoles como lo he hecho estos años¸ a través de la internet en las páginas de información alternativa a quienes también agradezco su receptividad y que espero ustedes sigan haciendo lo mismo. No dejes de escribirle al mundo, Toño. No dejen de escribirnos, todos.
Mis hijos, los quiero más grande que el tamaño del cielo, reciban un abrazo fortísimo y muchos pero muchos besos de mamá y papá.
Emilia Contreras Rodríguez y
Francisco Cerezo Quiroz.