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Quieren ser activistas pro derechos

Noemí Gutiérrez / El Universal

Miércoles 18 de febrero de 2009, por Comité Cerezo México

Pasaron casi ocho años en prisión. Sufrieron humillaciones, aislamiento hasta por tres meses, tortura física y sicológica. Niegan que sus padres pertenezcan a algún grupo e insisten en que no pusieron los petardos en las sucursales bancarias en 2001.

Ahora, los hermanos Héctor y Antonio Cerezo Contreras intentan recuperar su vida, concluir sus estudios universitarios, enrolarse en la defensa de los derechos humanos y publicar sus poesías.

En entrevista con EL UNIVERSAL, son claros al asegurar que no buscan integrarse a un partido político ni aceptar candidaturas. Les interesa ponerse al corriente de lo que ha pasado en el país, porque durante los últimos tres años de reclusión no tenían acceso a periódicos y revistas.

De la emoción de salir de prisión ni durmieron. Las primeras 24 horas de su libertad se dedicaron a dar entrevistas y pasaron la tarde en la cafetería que tiene el Comité Cerezo en la Facultad de Filosofía en CU. Casi nadie los reconoció. Eran dos visitantes más. Ya han pasado dos generaciones.

Los hermanos Héctor, Antonio y Alejandro Cerezo Contreras fueron detenidos y encarcelados por ser presuntos responsables del estallido de tres petardos en sucursales de Banamex el 8 de agosto de 2001. El atentado fue reivindicado por las Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo (FARP). Alejandro fue liberado en marzo de 2005.

Este lunes recobraron su libertad Antonio y Héctor,

—¿Crees que haya influido que tus papás presuntamente formen parte de un grupo armado?

—Eso es lo que ha manejado el gobierno, pero en proceso nunca se manejó.

Antonio y Héctor Cerezo aseguran que no saben dónde están sus padres, de los que se independizaron desde que tenían 15 años, casi el mismo tiempo que llevan sin verlos, según comentan.

—¿Sabes dónde están tus papás?, se le pregunta a Héctor.

—No, no sé

—¿Forman ellos parte de algún grupo armado o clandestino?

—No, no lo sé

Para Antonio lo “duro” inició con la detención: Tortura, amenazas de castración y de muerte, “llegar a la cárcel es brutal, el área de conductas especiales es muy duro”.

Los hermanos Cerezo coinciden en que su ingreso al penal del Antiplano fue brutal. De inmediato los enviaron al área de “conductas especiales”, conocida como zona de castigo, por consigna de las autoridades. Después vino la segregación, aislamiento, llegaron a pasar 23 horas al día encerrados y sólo una hora de patio, no tenían otra distracción.

Héctor y Antonio se enviaban cartas que les tardaban casi 2 meses en llegar aunque estaban en el mismo penal. Su hermana Emiliana fungió como mensajera.

El Universal

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