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Carta de Antonio Cerezo a sus padres

Atlacholoaya, Morelos

Domingo 1ro de febrero de 2009, por Comité Cerezo México

Queridos padres:

Hace ya casi un año que les escribí. Han existido muchos motivos para volverlo a hacer en el transcurso de ese tiempo, sin embargo no lo había hecho hasta este momento que considero extraordinario.

Como saben el 13 de febrero próximo cumpliremos la totalidad de la ilegal e injusta condena que nos impusieron y si nos liberan ya no habrá un gran motivo para escribirles, ya no podremos alegar nuestro encarcelamiento como una razón para expresarles por carta algo de lo que pensamos y sentimos.

Desconocemos si en el futuro las condiciones políticas nos permitan escribirles, quién sabe cómo influirá nuestra liberación en ese aspecto.

Me hubiese gustado escribirles decenas de cartas más, pero no me arrepiento de no haberlo hecho, porque todo lo escrito en estos 7 años 5 meses y 15 días de prisión, aunque no hubiese estado dedicado directamente a ustedes, también era para ustedes.

Y en lo escrito incluyo lo hecho por Hector y Ale.

En el futuro si no podemos escribirles cartas, todo lo que escribamos también será para ustedes y aunque no les platiquemos nuestros sentimientos o nuestros avatares de la vida cotidiana en cada línea irá nuestro más profundo afecto y será una agradable plática con ustedes.

Pero si no nos liberarán, pues a seguirles escribiendo, qué caray, mientras podamos lo haremos.

Se darán cuenta, queridos viejos, al leer las líneas anteriores que no tenemos la certeza de que nos liberarán.

Estos últimos días de prisión hemos lidiado con esa incertidumbre, misma que se mezcla con una gran expectativa ante nuestra posible libertad.

Es normal sentir ansiedad, carajo, qué preso en sus cabales no sueña con la libertad y ansía el momento de dejar atrás los muros y rejas que lo detienen.

Y no sólo Hector y yo contamos los días, también nuestros hermanos, los integrantes del Comité, nuestros amigos, las personas que nos quieren y aprecian cuentan los días para vernos libres.

Total que debemos prepararnos para la fiesta o para la continuidad de la resistencia dentro de la cárcel.

Porque si salimos habrá que festejar, sí señor, disfrutar al máximo de la alegría de estar libres, compartirla con quienes de una u otra forma han sido solidarios con nosotros y nos han acompañado a lo largo de estos años.

Y si no nos liberan convertir el coraje y la frustración en voluntad de resistir, en nuevos planes de trabajo: nuevas lecturas, nuevos cuentos, poesías, novelas y escritos mientras las condiciones carcelarias determinadas por nuestros carceleros lo permitan.

Sí, será un golpe duro, pero nos repondremos como nos hemos repuesto de otros, eso ni lo duden.

En fin, a esperar como lo hemos hecho: activos, porque se sufre más contando los días echadotes en la cama. Mejor aprovechamos el tiempo en estudiar, leer, escribir y hacer ejercicio ahorita que podemos.

Les platicó también, queridos padres, que en estos últimos meses hemos tenido la oportunidad de tener más visitas y de diferentes personas incluso hasta nos han entrevistado.

Una observación que nos han hecho con frecuencia es que tenemos un humor muy “ácido” y es que, en verdad, en ocasiones somos muy irónicos y bromistas, tanto que una persona que nos preguntaba sobre la vida carcelaria nos decía que no nos imaginaba estresados.

Nuestro sentido del humor, nuestras bromas e ironías no hacen evidentes todos los momentos de intenso estrés que hemos vivido. De pronto pareciera que no hemos caminado horas en celdas donde sólo puedes dar cuatro o cinco pasos o incluso sólo tres, como en las celdas de castigo del “Altiplano”, pensando o deseando que nuestros seres queridos se encontraran bien porque no sabíamos nada de ellos; que no hemos estado doloridos por acontecimientos tristes y angustiantes; que no hemos querido gritar nuestra rabia; que no nos hemos sentido terriblemente impotentes cuando nos esposan y nos bajan la cabeza para, rodeados de policías armados, trasladarnos de una cárcel a otra.

Motivos de angustia ha habido tantos como amenazas de muerte en contra de los integrantes del Comité ha habido; momentos de rabia y suprema impotencia tantos como cuando por tele o radio seguíamos los actos de represión en contra de los movimientos de Atenco, de Oaxaca o en contra de luchadores sociales.

Motivos de dolor profundo: el asesinato de Digna Ochoa…

La cárcel nos ha marcado, cierto, pero ojalá quienes nos ven y nos escuchan bromear, reír y burlarnos, incluso de nosotros mismos, entiendan que ni aún los más profundos dolores y angustias que hemos vivido nos harán renunciar a los momentos de alegría que construimos con mucho esfuerzo para no dejarnos derrotar por las adversidades.

Además, otras personas han vivido y viven peores situaciones que las nuestras y, con seguridad, a ellas habrá que dejarles el derecho y la oportunidad de expresar todos sus dolores y sus angustias sin siquiera la sombra de una sonrisa, porque hay cosas en la vida de los presos políticos y de conciencia ante los cuales sólo se puede guardar silencio y respetar el llanto o el dolor de quienes los han vivido.

Tal vez llegue el momento de expresar con crudeza lo que nos ha dolido, pero creo que habrán dolores que permanecerán en nosotros, en nadie más y que transformaremos con base en mucho esfuerzo en un incansable motivo de lucha y en una razón para no rendirnos.

No negamos que hemos vivido momentos difíciles en estos años de reclusión; pero nos negamos a dejar que esos momentos difíciles nos destruyan la posibilidad de sentirnos alegres de reír, de bromar y de soñar con la construcción de una patria diferente a la que hoy oprime una élite en el poder.

Y bueno, ahorita reímos mucho porque podemos, hubo días en los cuales ni una sonrisita y ni una bromita o momentos en los cuales había que poner “cara de palo” no fueran a enojarse los “representantes de la ley” y a ponernos una madriza disfrazada de “legal sometimiento”.

Queridos padres, ya casi acabo esta carta, pero antes de hacerlo deseo escribirles que estamos conscientes de que pueden (dentro o fuera de la cárcel) quitarnos el privilegio de ser parte de la lucha de nuestro pueblo por transformar la injusta realidad que lo oprime; pero también estamos conscientes que no por ello detendrán esa lucha.

Nuevos retos nos esperan en libertad, nuevos aspectos de la realidad que conocer, asimilar y transformar si es posible.

Seguramente, muchas personas habrán cambiado, incluidos nosotros. Ojalá nos logremos adaptar rápido a nuestras nuevas circunstancias para ser útiles a nuestro pueblo desde la lucha por la defensa de los derechos humanos.

Bueno, llegó el momento de despedirme. Los amamos profundamente y siempre estarán presentes en nuestra existencia.

Un fuerte abrazo, viejos.

¡Presos hoy, libres siempre!

Antonio Cerezo Contreras
Atlacholoaya, Morelos
Febrero de 2009

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