Así que a riesgo de repetir algunas ideas volvemos a escribir sobre este triste y doloroso acontecimiento, pues otro 19 de octubre ha pasado.
¿Por qué seguir recordando a Digna?
¿Por qué resaltar su actitud solidaria y valiente con las causas justas?
¿Por qué resaltar sus cualidades como una luchadora social que utilizaba las leyes para defender al pueblo de los abusos? ¿Por qué resaltar su fe en un futuro mejor?
¿Por qué mantener viva a una persona cuya lucha pareciera perderse en la marea creciente de represión contra el pueblo organizado; que pareciera perderse en el aumento de las cifras de presos ilegal e injustamente, de torturados, de asesinados, de perseguidos, de desaparecidos y de hostigados por las autoridades?
He aquí nuestra respuesta:
Es necesario mantener viva a Digna y resaltar sus cualidades precisamente porque en estos momentos en lo cuales la represión aumenta, otras personas como ella deben retomar su ejemplo. Porque son necesarias miles de personas como Digna para detener esta política de persecución y muerte contra los luchadores sociales más consecuentes; esta política de sembrar terror por medio de la represión masiva en la población que hastiada de la miseria y la falta de solución a sus problemas se une a las protestas de inconformidad.
Hacen mucha falta cientos, miles de personas como Digna, no sólo para defender jurídicamente a todos los detenidos y consignados a las autoridades inquisitoriales con el pobre e inconforme; hacen falta para organizar para educar, para ser ejemplo, para ser guías de otros que despierten a la participación política o social.
Porque Digna no sólo fue una excelente abogada, fue una luchadora social que utilizó sus conocimientos para defender a quienes eran víctimas del sistema judicial servil a los intereses de los gobiernos en turno y de la clase social que los ha apoyado. Sus conocimientos sin su sentido de Justicia no hubiesen servido para nada o hubiesen servido para mucho en contra de las víctimas del abuso.
Dejar morir a Digna sería claudicar a la lucha justa, al acompañamiento del injustamente detenido, ilegalmente preso; al compromiso de luchar por se mejores personas y por construir un mundo mejor.
Digna vive no sólo en la memoria; vive en nuestro esfuerzo cotidiano por ser consecuentes con los más altos valores y principios de un pueblo en lucha: la solidaridad, el valor, la entrega, la honestidad, la dignidad entre otros.
Digna vive porque la lucha del pueblo por sacudirse la opresión de una clase hipócrita y cínica a la vez, y de un sistema de producción capitalista basado en la explotación del hombre por el hombre persiste a pesar de la represión que hoy enfrenta.
Sean nuestras ideas plasmadas en esta carta nuestro breve homenaje anual a Digna y la manera de refrendar nuestro afecto y admiración a la mujer asesinada, entre otros motivos por aceptar nuestra defensa jurídica hace ya, más de siete años.
¡Por el castigo a los responsables del asesinato de Digna Ochoa y Plácido!
¡Presos hoy, libres siempre!
Antonio y Hector Cerezo Contreras
Atlalcholoaya, Morelos, México. Octubre de 2008.