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Buscan una amnistía para presos políticos

Milenio / Enrique Osorno

Domingo 4 de mayo de 2008, por Comité Cerezo México

Desde hace varios meses, con muy bajo perfil, activistas, presos y una legisladora impulsan una ley de condonación para los líderes de Atenco, Oaxaca, EPR, ERPI y diversos movimientos, aunque algunos aseguran que no pedirán perdón.

Un Ignacio del Valle enflaquecido, con la mirada perdida, las manos vibrantes y el pelo níveo, irreconocible, fue al que recuerdan haber encontrado ese día un grupo de discretos y sorprendidos visitantes de la prisión.

“Se me puso la cabeza así de blanca no por el tiempo que tengo aquí, ni tampoco por la refriega que te dan. Se me puso así por el frío que hace acá”, bromeó el líder del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra.

Los visitantes sonrieron para tratar de bajar la tensión que se vivía adentro del penal de máxima seguridad del Altiplano, donde el líder permanece recluido desde el 5 de mayo de 2006.

Felipe Álvarez, otro de los dirigentes del movimiento campesino que asaltó al cielo impidiendo la construcción de un aeropuerto internacional sobre sus tierras, se metió a la conversación.

“Nosotros no vamos a pedir perdón”, exclamó ante el planteamiento.

“Eso es indulto y no es lo que nosotros proponemos. Lo que se quiere hacer es una amnistía”, contestó Aleida Alavez, diputada federal del PRD, quien hace varios meses emprendió una serie de acciones para lograr la liberación de los más de 500 presos políticos que hay en el país, según el Frente Nacional Contra la Represión (FNCL).

“Yo no salgo de aquí, si es perdonado”, insistió Álvarez. Ignacio del Valle y Héctor Galindo asintieron junto con Felipe.

Los visitantes continuaron explicando sus intentos por concertar una ley de amnistía. Finalmente, los tres líderes —sentenciados a 67 años de prisión, casi el doble de tiempo que El Güero Palma y otros capos del narcotráfico— aceptaron apoyar la propuesta que hoy, en medio de un posible diálogo entre autoridades federales y el EPR, podría tener mayores posibilidades de concretarse en el Congreso, al discutirse en altas esferas el tema de la lucha social en el país.

“Ellos dicen que quieren amnistía, no perdón. Que no van a salir agachados de la cárcel, que van a salir con la frente en alto”, indica . Alavez, la legisladora perredista por Iztapalapa que impulsa la amnistía para los centenares de activistas y en especial para siete reos de cárceles federales que ya aceptaron la mediación.

Felipe Álvarez, quien es un roble, lo dijo bien claro: “No queremos salir aquí como culpables ni como criminales, no”, recuerda.

“Estamos trabajando desde finales del año pasado en la amnistía. Nos hemos enfocando en los reos federales para tratar que de una vez se logre esto, en los estados sea menos difícil. El problema que hay es que la mayoría de los presos políticos y de conciencia que hay son de los gobernadores. Nos interesa mucho Oaxaca, Chiapas, Tabasco, Guerrero, muchos lugares”, cuenta.

De su periplo en los últimos meses por las habitualmente inaccesibles cárceles federales, Alavez recuerda en especial la actitud de Héctor y Antonio Cerezo Contreras. “Ellos nos contaron todas las irregularidades que se viven en el Altiplano, antes de que los cambiaran. Realmente el Altiplano es una cárcel de exterminio. Nos decían que cuando van caminando, los celadores los paran de la nada, y les dicen que se levanten el prepucio. Cosas así. También nos contaron que por cada denuncia de las condiciones en que se encuentran, les daban un castigo. Entonces yo le dije a Antonio: ‘Pues, cállate, porque te van a castigar’. Y él lo que hizo fue decirme: ‘No me callo, y lo digo fuerte: ¡Que lo oigan esos hijos de la chingada, que aquí son unos represores!’”.

Además de Alavez, el FNCL, el Comité Cerezo, conformado por los hermanos y amigos de Antonio y Héctor, es uno de los principales impulsores de la amnistía, que también abarcaría a Gloria Arenas y Jacobo Silva Nogales, guerrilleros del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente.

“La amnistía es una potestad del legislativo. A diferencia del indulto, que habla de perdón, el sustento jurídico de una ley de amnistía se finca en el olvido. Con el objeto de restañar la convivencia social, el Estado decide olvidar delitos cometidos, usualmente por motivos políticos, con lo que cancela órdenes de aprehensión, suspende procesos penales en marcha y libera a quienes estén privados de su libertad”, estima el Comité Cerezo.

La amnistía, contemplada en la Constitución, ha sido usual. Luis Echeverría, en 1976, creó una legislación que beneficiaría a 230 activistas, en su mayoría universitarios víctimas de la represión de 1968. Dos años después, en 1978, José López Portillo amplió la medida a otros mil 539 activistas. En 1994, Carlos Salinas impulsó la misma estrategia ante el levantamiento del EZLN.

En el ámbito local abundan los casos. En 1994, el gobernador de Chiapas, Javier López, promulgó su propia ley. Durante 2001 y 2003 hicieron lo propio José Murat, en Oaxaca, y René Juárez, en Guerrero. Fidel Herrera, en 2004, promulgó en Veracruz una amnistía que iba más allá de los presos de conciencia, pues beneficiaba a quienes tenían penas inferiores a tres años.

“La amnistía no perdona a los responsables de violaciones a los derechos humanos y de crímenes de lesa humanidad. Impulsamos una amnistía para los presos políticos, de conciencia e injustamente asociados a motivos políticos, no para el Estado”, apuntan los hermanos Cerezo Contreras en una reflexión que hicieron acerca de esta posibilidad.

“Comprendemos, el hecho de que hay presos que por sus convicciones personales y políticas o la de su organización no quieren salir bajo la amnistía, pero una ley de amnistía no es obligatoria, si se logra ésta, los presos que no quieran acogerse debido a su posición política, no pueden ser obligados ni serán expulsados de las cárceles”, responden los hermanos Cerezo a algunas organizaciones que rechazan de entrada esta iniciativa.

“Lo hacemos por el bien del país. Este es un buen momento para la amnistía, para bajar la tensión, antes de que pueda ser demasiado tarde”, considera la diputada Alavez.

Mientras tanto, en el Altiplano, Ignacio del Valle dibuja tarjetas navideñas para sus amigos y escribe algunas cartas. Una de ellas, en sus últimos párrafos, dice así: “¡Aguantamos, resistimos, y jamás nos resignamos! Aquí nos damos cuenta que vivimos un periodo de la historia de nuestro país en el que el destino personal no cuenta, porque el destino de todo un pueblo está en juego. La libertad no es privilegio de quienes aprisionan nuestras carnes, es el milagro de quienes anidan y paren en sus corazones amor por los demás. Sólo el pueblo salva al pueblo.”

Milenio

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