Este es el análisis que les debía, es el que borré por un descuido, así que trataremos de recuperar lo que habíamos escrito, aunque siempre me es difícil escribir una segunda versión, ya que me parece que ya lo escribí en otra parte y dudo en escribirlo.
Hace dos meses, salió una nota sobre una lista de nombres y vuelos que realizó el Ejército mexicano durante la Guerra Sucia, si bien dicha lista ya estaba circulando días antes entre familiares de víctimas y también nos llegó antes de su publicación, aunque ya llevaba 20 años más “desaparecida” en un archivo, a partir de nuestro análisis pensamos que si era una lista auténtica y qué como siempre, la verdad va saliendo, literalmente, a flote, a pesar de que el Ejército mexicano ayer hoy y, al parecer, si no se transforma a favor del pueblo, siempre ha realizado y seguirá realizando crímenes de lesa humanidad y graves violaciones a los derechos humanos en contra de miles de mexicanos y además, con plena conciencia de que son delitos castigados nacional e internacionalmente, siempre ha escondido la verdad, tal y como lo hemos visto recientemente en el Caso Ayotzinapa o en el Caso de Gabriel y Edmundo, miembros del EPR, desaparecidos de manera forzada en Oaxaca en 2007, el Ejército no sabe nada, no participó en nada y no es responsable de absolutamente nada.
Incluso, hasta Andrés Manuel López Obrador tiene que defenderlo, ya que como todos sabemos el Ejército es la columna vertebral que defiende al Estado mexicano, sea este liberal, neoliberal o socialdemócrata como el actual.
Por un lado está la obligación de los diferentes gobiernos de proteger y apapachar a su mano ejecutora y por tanto protectora, por el otro lado está la lucha del pueblo por conocer la Verdad y alcanzar la Justicia, llevando a juicio a los responsables, tanto a los civiles, que son los que ordenan o que en este gobierno socialdemócrata toleran, como a los perpetradores materiales, usualmente miembros del Ejército o de policías especiales contrainsurgentes y grupos paramilitares entrenados y subordinados a ellos.
Así pues, vemos un fenómeno recurrente, sin importar si es la derecha o la socialdemocracia, la salida política que le han dado a la presión del movimiento popular, social y de derechos humanos por Verdad y Justicia es crear Comisiones de la Verdad, lo hizo Fox, representante de la ultraderecha panista, lo hizo AMLO, representante de la Socialdemocracia morenista, en qué coinciden, en que el periodo que investigarán es un pasado remoto, casi asegurándose de que los responsables ya estén bien muertos.
Y esa salida política es una salida que alimenta la impunidad de los perpetradores de las graves violaciones a los derechos humanos cometidas en contra, sobre todo, del movimiento insurgente, popular, social y de derechos humanos de la izquierda mexicana.
No quiere decir que no queremos y tenemos el derecho como pueblo a conocer la verdad, sino que esta verdad, es a medias, a cuenta gotas y a cambio de otro derecho humano que es la justicia, a menos que sentenciar huesos a pasar una eternidad al sol para que se conviertan en polvo sea justicia, mientras, los perpetradores que están vivos se ríen del dolor y de la lucha del pueblo mexicano.
De qué nos sirve saber legalmente lo que todo mundo sabía, que Díaz Ordaz, Echeverría, Corona del Rosal, Marcelino García Barragán, Durazo, Gutiérrez Barrios, Nazar Haro, Luis de la Barreda, Quirós Hermosillo, Acosta Chaparro y muchos otros más fueron responsables directos de cientos de desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales, tortura y de los “Vuelos de la muerte” si ya están todos muertos.
Es como una burla siniestra, ni Fox investigaría más allá del periodo de la Guerra Sucia, ni AMLO más allá de 1990; Fox, ya sabemos, era una forma de chantajear y subordinar al Ejército a la política de profundización del Neoliberalismo que Calderón y Peña Nieto impusieron a sangre y fuego y eliminar el poco nacionalismo que aún tenían, pero nunca tuvo la intensión de juzgar a nadie, tan es así que incluso el trabajo final de investigación nunca fue autorizado oficialmente; AMLO, por que los militares que violaron los derechos humanos en contra del movimiento Zapatista y del movimiento Eperrista en Chiapas, Guerrero, Oaxaca y otros estados del país, aún están vivos y muchos de ellos en activo, casi todos entrenados en lucha contrainsurgente e inteligencia en la Escuela de la Américas, la tristemente célebre escuela de los dictadores y genocidas latinoamericanos.
Incluso, cuando la presión popular, social y de derechos humanos, en el Caso Ayotzinapa, obligó a AMLO a posicionarse, para legitimarse ante este sector, la izquierda independiente o los “conservadores de izquierda” como le ha gustado descalificarlos, creó una Comisión Especial que cuando llegó a los responsables, todos miembros del Ejército, quienes hicieron realidad las grandes obras de su sexenio y acataron la orden de no mantener el ritmo sistemático y generalizado de represión y graves violaciones a los derechos humanos en contra del pueblo mexicano, AMLO salió a defenderlos a capa y espada, incluso llegó a decir, lo que todo responsable o cómplice de graves violaciones a los derechos humanos dice: “Si hubiese pruebas, si yo tuviese pruebas de que el ejército intervino en la desaparición de los jóvenes de Ayotzinapa se actúa en contra de todos”, como si ignorara que en casos de desaparición forzada no se necesitan pruebas, sólo indicios para juzgar a los responsables.
Ahora le toca el turno a Claudia, la Comisión de la Verdad que debe de instituir, debe abarcar desde 1991 hasta, por lo menos, el 2018, si no existe tal, también quiere decir que voluntariamente quiere ser partícipe del esfuerzo sistemático de los perpetradores por mantenerse en la impunidad.
Es bien sabido que justicia que llega tarde no es justicia, es tan solo impunidad, así que tenemos una tarea grande en adelante como víctimas de la represión política, como organizaciones populares, sociales y de derechos humanos, como pueblo organizado por verdad y por justicia, seguir luchando, hasta que los perpetradores sean juzgados, para evitar la impunidad que les han otorgado los gobiernos de democracia liberal, en dónde cabe desde la ultraderecha panista, pasando por la derecha priísta, hasta la socialdemocracia morenista actual.
Del nuevo gobierno que ya casi inicia, serán sus actos y no sus palabras los que dirán si están del lado del pueblo, de la verdad y la justicia o están del lado de la impunidad.