El 13 de agosto de 2001 es un parteaguas en las vidas de Héctor,
Antonio y Alejandro Cerezo, Pablo Alvarado y sus familiares. Los tres
primeros, estudiantes con vocación social ahora torturados, detenidos
arbitrariamente y trasladados a penales de máxima seguridad por delitos
que no cometieron. Francisco y Emiliana, enfrentaron las amenazas del
Estado contra su vida y además la indiferencia de las organizaciones
de esa época, porque el caso de sus hermanos menores era incómodo
políticamente hablando, el “apestado”. ¿Cómo hacer frente a cargos como
terrorismo, cuando no se es abogado y no se tiene dinero para pagar uno?
¿Cómo luchar por la libertad de 3 hermanos y un vendedor ambulante
cuando la justicia en México tiene un precio alto?
La Pedrada entrevistó a Francisco y Antonio Cerezo, como parte de un
proceso de investigación periodística que llevaremos a cabo durante este
2021, en el que se cumplen 20 años del Comité Cerezo, una organización que inicia por la lucha de la libertad de los hermanos y Pablo Alvarado, y que
hoy busca acompañar y organizar al pueblo para alcanzar una vida digna.
Regresemos a 2001, Antonio recuerda la incertidumbre de una posible
desaparición forzada después de al menos 12 horas de una retención y
detención ilegales marcadas por la tortura. Estar en los separos era un
alivio, al menos habría la posibilidad de que algunas personas, con valentía
para enfrentar las amenazas, constataran que estaban ahí. Entre esas
visitas se les pudo aplicar el Protocolo de Estambul, para dejar constancia
de la tortura física y psicológica que el Estado querría negar. Es en ese
momento que “los Derechos Humanos” se presentan como una posible
herramienta para la lucha por la libertad.
¿Qué hacer en lo inmediato? Documentar. Hoy en los talleres, decimos
que es la acción clave de los derechos humanos. Pluma y papel eran
suficientes para iniciar el recuento de los hechos, mientras más frescos
mejor para no olvidar detalles, sin exagerar, con precisión. Las relatorías,
las noticias, los documentos fueron armando el expediente del caso, que
hoy aún puede consultarse en el sitio web de la organización, como un
testimonio de la violencia del Estado y de la lucha organizada por la libertad.
Además de herramienta, los Derechos Humanos se presentan como un
deseo, pues como señala Francisco, los derechos humanos son el anhelo
del pueblo por una vida digna. Para lograrlos, ante la ausencia de dinero
o contactos influyentes, queda la organización y la solidaridad. Se tienen
los derechos por los que se luchan, eso implica la visión iushistórica que el
Comité asume desde el inicio.
En consecuencia, Emi y Paco comenzaron a sumar a quienes compartían
aulas o espacios de trabajo o amistad con sus hermanos. Así nace el Comité
por la Liberación de los Hermanos Cerezo y Pablo Alvarado.
“En ese momento estábamos aprendiendo todo, cada quien desde su
perspectiva, la pedagogía o la psiquiatría, lo que hacíamos desde nuestro
campo ya llevaba a los Derechos Humanos dentro. Incluso con las prácticas
concretas que teníamos: marchas, mítines, reuniones, lo jurídico y hasta el
acompañamiento internacional que, más de una vez, ayudó a salvar la vida”.
Recuerda Francisco, quien hoy junto con el Comité, sigue implementando
lo aprendido en casos que se acompañan y talleres que se imparten sobre
Derechos Humanos.