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Tu tranquilidad lo vale: Cultura de la evitación en el capitalismo. Una estrategia de control social

Domingo 20 de diciembre de 2020, por Comité Cerezo México

Tu tranquilidad lo vale Cultura de la evitación en el capitalismo. Una estrategia de control social

Hace poco, la señora Hortensia tuvo un problema porque le empezaron a llegar cobros excesivos de agua, la que, por cierto, llegaba en muy poca cantidad a su casa. SACMEX le dijo que había una fuga y que era su responsabilidad arreglar la tubería o seguiría pagando más de 900 pesos por agua. La señora Hortensia acudió con nosotros, tomó los talleres, le explicamos claramente que no debía pagar nada, que el camino iba a ser largo y atravesaba por una queja en la CDHDF. Sin embargo, no aguantó la presión, terminó pagando una mordida a un trabajador de los tantos que la estuvieron hostigando en su casa. Cuando nos lo contó, entre apenada y preocupada nos dijo que lo hizo porque ya no estaba tranquila.

Ernestina lleva más de dos años esperando cama para una operación para que le quiten un tumor que le crece en la cabeza y está presionando su ojo. Dos veces la han llamado para preoperatorios, pero siempre cancelan. No hay camas, no hay anestesista… Le hemos redactado una queja para pelearlo a nivel de derechos humanos, pero la trabajadora social del hospital, sutilmente le dijo “qué tal que usted mete ese papel y el director se enoja y nunca la operan”. Ha preferido no hacer nada para tener la tranquilidad de no molestar al director no vaya a ser que no la operan (aunque de hecho no la están operando).

La gente que se nos acerca muchas veces lo hace con la ilusión de que saquemos una varita mágica para resolver en un chasquido cualquier asunto, pero además desean que se resuelva pronto, totalmente y sin que nada de nada pase, les angustie, tengan que hacer y así… eso es imposible, pero muchas veces la gente renuncia alegando que es más importante su tranquilidad, aunque lo que se llevan no es más que la fantasía de la tranquilidad pasajera con la que el capitalismo los ha hipnotizado. Es decir, la señora Hortensia ha pagado una mordida para que por un mes no la molesten en su casa, aunque seguirá con el problema de agua y la señora Ernestina, por supuesto no será operada.

La pandemia ha hecho evidente esto en otras dimensiones: la gente no obedece las medidas, no se pone el cubrebocas, no se queda en casa (la que puede)… y qué esperábamos si llevamos años siendo educados para privilegiar nuestra tranquilidad, nuestra comodidad… aunque eso implique la intranquilidad de las mayorías. Detrás de estas historias también está el hilo negro de la máxima de que MI TRANQUILIDAD lo vale.

Cada vez se hace más difícil (pero nunca es imposible) acompañar procesos en la que se oriente a la gente para que pueda romper las trampas de estos mitos, la ponderación de su tranquilidad (inmediata) se vuelve siempre un obstáculo con el que hay que pelear para que la gente comprenda que por extrañas razones no está defendiendo su verdadera tranquilidad sino la de los poderosos y explotadores. Los esfuerzos organizativos deben desplegar siempre esfuerzos que acompañen este tipo de reflexiones para evitar que se impongan las ideas y valores capitalistas que no hacen sino llamar a la desorganización y a la evitación.

El mito de la tranquilidad capitalista

La tranquilidad es un estado mental que consiste en una fortaleza emocional que permite que las circunstancias externas no nos afecten o que nos afecten en menor grado, por lo tanto, es una habilidad emocional que depende de nosotros, de nuestras capacidades, herramientas y experiencias de vida. Sin embargo, el sistema capitalista en el que vivimos supone que prive, sobre el estado emocional de las mayorías, el interés económico y la tranquilidad de las minorías.

El problema es mucho más complejo de lo que nos podemos imaginar, porque en la sociedad capitalista, la contradicción fundamental de la manera en la que se produce (producción social en la que participan todos, contra una apropiación individual de las ganancias que se han producido socialmente) se reproduce en muchos niveles y escenarios que, aunque no lo creamos, están relacionados con la tranquilidad de todos nosotros:

a) Priva el interés de la tranquilidad de las minorías que son dueñas de las empresas en contraposición o detrimento de la tranquilidad de las mayorías que no son dueñas más que de su fuerza de trabajo. Esto se reveló con claridad en la pandemia cuando, en las maquiladoras, se privilegió la tranquilidad de los dueños de estas maquiladoras (que no querían perder ni un peso) sin importar la intranquilidad que enfrentaron los miles de trabajadoras que se enfrentaron a que el patrón por su tranquilidad de no perder dinero, impuso a todos la intranquilidad de que se pudieran contagiar, pudieran contagiar a sus seres queridos, y, también, perdieran el trabajo por quejarse en medio de una situación bien complicada.

b) El Estado permite que las minorías impongan su tranquilidad individual sobre la social y no los norma, no exige y no pide que se apeguen a las leyes. En las sociedades capitalistas (con mucha mayor fuerza en las de un proyecto de profundización neoliberal), el Estado despliega una serie de modificaciones a las leyes que además de suponer el arrebato y la privatización de los derechos humanos de las mayorías supone, también, la protección de los intereses y las ganancias de los dueños de las empresas y de las clases poseedoras. Esto quiere decir que se convierte en delito el ejercicio de derechos humanos que ponen en riesgo las ganancias y el dinero de las minorías, que se modifican las leyes para que sea legal que se impongan la importancia de esos intereses, que se vigila y protege a los empresarios y dueños del capital al mismo tiempo que se desprotege a la población que, ante tantos arrebatos queda inmersa en una cotidianidad que día con día la enfrenta a mayores abusos y arrebatos antes los que no existe política estatal que los proteja para garantizar la tranquilidad de las mayorías al velar por sus intereses y su vida digna. Esto tiene que ver con el despliegue de políticas de Estado que lo que hacen es proteger a los más ricos y poderosos, garantizarles a ellos sus derechos, garantizar a ellos su tranquilidad a costa de lo que sea.

c) Se reproducen las ideas de que la tranquilidad que debemos defender es la de las minorías. Las campañas de ideologización nos convencen de que la tranquilidad de los poderosos y ricos es nuestra tranquilidad, por absurdo que parezca. Por ejemplo, ahora ante el anuncio del aumento del salario mínimo ¿qué han hecho los empresarios? Pues esparcir el rumor de que eso generará que se pierdan trabajos ¿por qué? Porque esta es una manera de convencernos que una medida que en realidad puede beneficiar a las mayorías de los trabajadores, al menos a los que trabajan en el campo formal al aumentar el sueldo que el patrón está obligado a pagarle se nos “vende” como una medida que va a poner en riesgo la tranquilidad de la mayoría de los trabajadores porque los pobres patrones que no pueden resistir el hecho de tener que pagar un poco más a sus trabajadores de todo lo que ellos se embolsan se van a ver en la “terrible necesidad” de correr a mucho para no perder tanto de lo que roban a los trabajadores y no ver afectada su tranquilidad y sus ganancias. El problema es que los trabajadores creen y a veces hasta repiten estas ideas falsas, sin darse cuenta de que si el patrón va a ganar menos de lo que les roba eso no afecta su tranquilidad como trabajadores, sino la de los patrones, que justo era ya que les fuera tocando un poco de sacrificio.

El mito de la tranquilidad capitalista nos ha impuesto la idea de que la tranquilidad más que un estado mental es una consecuencia de lo que hacemos y lo que no. Si no te metes en problemas, estarás tranquilo. En realidad, nos han convencido de que la tranquilidad es más que nada un estado inmediato que está atado a las decisiones que tomamos y a cómo evadimos ciertas cosas de la realidad, en lugar de explicar que es un estado emocional que depende de las capacidades y habilidades mentales que tenemos para enfrentar las situaciones del exterior. Así, el capitalismo comienza por convencernos de que la tranquilidad está relacionada más bien con el hecho de que no tengamos problemas y no con qué tengamos la fortaleza emocional de enfrentar problemas y de enfrentarlos de manera organizada y conjunta, de enfrentarlos con herramientas adecuadas y de manera planificada. Pero el mito de la tranquilidad capitalista suma a esta confusión que iguala tranquilidad con la ausencia de problemas otras ideas falsas.

La idea falsa de que la tranquilidad es resultado de la ausencia de problemas INDIVIDUALES. De esta forma el capitalismo imprime a su idea falsa de la tranquilidad su clásico tono individualista. “Tú piensa en ti, primero en ti y luego en ti” y “Mientras tú estés bien, lo demás no importa” escondiendo así que, en realidad, los seres humanos somos seres gregarios y que nuestra tranquilidad y nuestra capacidad de estar en calma está determinada por muchos factores que no sólo nos involucran a nosotros como individuos, sino a nuestras familias, a nuestra comunidad, a nuestras organizaciones, a nuestros vecinos, etc. De hecho, si ustedes lo piensan bien, en el capitalismo la tranquilidad y los intereses de la minoría dependen directamente de que se afecta e los intereses de la mayoría. Es decir, incluso la tranquilidad y el bienestar de los explotadores se encuentra estrechamente relacionado con la intranquilidad de las mayorías que ha de vivir así para que el dueño goce de sus ganancias. Pero no es sólo ocultan eso, también ocultan que nuestra tranquilidad se ve afectada por las condiciones de aquellos que nos rodean. ¿Cómo va a vivir uno tranquilo si a nuestros padres no les han garantizado el derecho de una pensión digna para que puedan disfrutar de sus años de vejez? ¿cómo no estar intranquilo si uno no tiene servicio médico en el trabajo por lo que si un familiar enferma no tenemos a dónde llevarlo y quién sabe si nos alcance para pagar el particular? ¿cómo vivir tranquilos si en nuestra colonia no hay agua en medio de la pandemia? ¿cómo estar tranquilo cuando vemos cómo los patrones han comenzado a recortar el personal y a bajar el sueldo de todos nuestros compañeros? La tranquilidad y la vida digna está siempre atravesada y atada a las condiciones de las mayorías, pero el capitalismo se encarga de hacernos crees que la desgracia de nuestros iguales no está atada a la nuestra y que la felicidad de nuestros emprendedores patrones no está atada a nuestras malas condiciones de vida. Esto bloquea nuestra capacidad de construir objetivos y necesidades comunes lo que evita que nos podamos organizar.

La idea falsa de que la tranquilidad es un estado inmediato. Generalmente se vende la idea de que la tranquilidad es un estado que tiene que ver con cómo nos sentimos en lo inmediato, en estos momentos, lo que permite que nos concentremos en demandas y necesidades inmediatas, pero obnubila nuestra capacidad para poder pensar a largo plazo, en demandas de fondo, en necesidades de fondo. “Corrieron a la mayoría pero a mí no; mis vecinos dicen que no hay lugar para internar a la gente en urgencias, pero yo no me he enfermado todavía; si pago esta mordida me dejan de molestar aunque sea un ratito; si no me organizo y le alego al jefe al menos por ahorita no tendré problemas” y entonces nos condenan a tener que vivir decidiendo qué no hacer y temiendo de hacer lo correcto y lo justo a cambio tan sólo de unos instantes de tranquilidad inmediata (aunque en el fondo sabemos bien que nosotros o nuestros familiares podemos ser los siguientes y eso está muy lejos de tenernos tranquilos). La tranquilidad como hemos dicho es un estado mental, una habilidad que los seres humanos vamos a ir desarrollando a partir de nuestras experiencias y capacidades, la única forma de mejorar nuestras condiciones para estar tranquilos tiene que ver con que aprendamos a enfrentar situaciones estresantes y no con que las evitemos, pues evitarlas sólo refuerza nuestra idea de que ante ellas no se puede hacer nada. La idea falsa de la tranquilidad inmediato lo único que hace es condenarnos a una tranquilidad inmediata que se transforma en una forma de evitar los problemas inmediatos, actitud que no hace sino reforzar nuestra ansiedad y sensación de indefensión e incapacidad para afrontarlos y que nos condena a una intranquilidad a largo plazo.

La idea falsa de que la tranquilidad es posible en el sistema capitalista sin importar a qué clase perteneces. Bajo esta idea falsa nos repiten que “nuestra tranquilidad sólo depende de nosotros y de que no nos metamos en problemas” escondiendo que en una sociedad como la capitalista la mayoría que pertenece a la clase que no posee nada, que no es dueña de las empresas y de los bancos, que no es millonaria no tiene que buscar problemas, porque ha sido condenada a vivir en medio de condiciones indignas y en medio de cientos de problemas. ¿A poco uno decide o escoge “me voy a quedar en este trabajo porque se me hace que en tres meses el jefe se va a poner bien abusivo” “voy a vivir en esta colonia porque aquí no hay agua”? Nosotros no escogemos los problemas, nos problemas están en todos lados y están en todos lados y en toda la cotidianidad de las mayorías. ¿Por qué? Porque el capitalismo funciona así: para que muy poquitos puedan vivir bien y sin problemas, es necesario sumir a la mayoría en medio de cotidianidades llenas de carencias, abusos y problemas. No es que usted busque los problemas, es que los problemas están en todos los recovecos en los que nos desenvolvemos. Pero como nos creemos el cuento de que es uno el problemático la mayoría que formamos parte del pueblo trabajador hacemos dos cosas: o nos la pasamos cambiando de escenarios esperando huir de los problemas (renunciamos a un trabajo sin pelear, nos cambiamos de colonia esperando que el siguiente casero sea menos abusivo, nos aguantamos con la esperanza de poder ahorrar para el médico particular para no lidiar con los malos trataos y la desatención del centro de salud o simplemente nos aguantamos. Preocupados como estamos por esquivar las balas de los problemas no alcanzamos a notar que no importa que tanto nos cambiemos o renunciemos o qué tanto aguantemos, los problemas estarán siempre ahí. Porque vivimos en una sociedad que se ha organizado de ese modo, porque son justo nuestros constantes problemas los que permitan que unos pocos vivan bien. Porque hemos nacido pobres, porque hemos nacido en las largas filas de los que no son dueños de nada y porque esa clase está condenada a vivir así, a salto de mata entre los problemas de los que los ricos no dejan de culparnos.

La tranquilidad que propicia la evitación como una estrategia de control social

Todos los componentes que hemos visto que se mezclan y crean una serie de ideas falsas de la tranquilidad que nos han vendido, por lo que en realidad lo que han hecho es vendernos la idea de que nuestra tranquilidad depende de una constante actitud de evitación. Y es este el componente más peligroso de la idea falsa de la tranquilidad individual y capitalista porque no hace sino llamarnos a la desorganización, por lo que se convierte en una estrategia que hace que nuestra actitud permita y proteja las ganancias y la tranquilidad de las minorías. ¿Cómo es que puede ocurrir esto? Ocurre porque el mito de la tranquilidad capitalismo nos lleva a una conducta individual, gremial y colectiva de evitación.

La evitación es una actitud o un comportamiento que implica que un individuo actúa de un modo específico con el objetivo de evitar estar expuesto a una situación que le trae incomodidad. De hecho, la evitación logra entrenarse por medio de la constante exposición a una situación desagradable. Por ejemplo, si un ratón descubre luego de varias ocasiones que al pasar por un botón rojo en la jaula donde viva siente choques eléctricos, después de un tiempo evitará pasar por el botón rojo, incluso se le cambia de jaula y de hecho puede mostrar estrés si un día despierta y descubre que hay muchos más botones rojos en su jaula. De acuerdo con los psicólogos, de hecho, existe un trastorno de la personalidad por evitación, que es aquel que sufren algunas personas que “se consideran socialmente ineptos, con escaso atractivo personal y evitan la interacción social por temor a ser ridiculizados, humillados o rechazados, o simplemente desagradar.” […] “Además suelen mostrarse desconfiados, pero esta desconfianza se debe más al miedo a encontrarse en un compromiso o a ser considerado inferior a los demás, que al miedo a que las demás personas les hagan daño.”

Ahora bien, lo que nosotros queremos hacer notar es que la constante exposición al mito de la tranquilidad capitalista en conjunto con la constante exposición a las condiciones indignas en las que vive la mayoría de la población generan en ellos una especie de evitación. La evitación en este caso se convierte en una actitud evasiva de los individuos con respecto a los problemas que ellos enfrentan en la sociedad en la viven. Es decir, luego de ver que los trabajadores que se organizan y pelean por mejoras salariales son corridos, luego de ver que las personas que se quejan por falta de agua son detenidas, luego de ver que nadie le hace caso a la gente que lucha por justicia, luego de ver que la policía reprime y encarcela a la gente que lucha contra aquello que es injusto, el individuo internaliza el hecho de que es mejor no hacer nada para evitar la respuesta desagradable. Lo más indignante de las estrategias de control social que despliega el Estado para proteger los intereses de los poderosos es que justo lo que hacen es tratarnos como animales, como a los ratones a los que entrenan para no pasar por el botón rojo.

Una vez que un conjunto amplio de individuos replica la misma actitud, la evitación se convierte en una actitud evitativa social. Se prefiere en esta medida renunciar a derechos, a lo que es justo, a lo que sería correcto con tal de no tener problemas, con tal de no estar intranquilo en lo inmediato.

Y hablamos de esto como una estrategia de control social debido a que de este modo lo que ocurre es que se vacuna y se previene que la gente se anime a luchar, organizarse y cambiar incluso su entorno inmediato. ¿La tranquilidad de quién se está defendiendo y salvaguardando de esta manera?

La actitud evitativa que el capitalismo ha logrado construir en las mayorías esconde el verdadero secreto: los trabajadores se la pasan preguntándose cómo hicieron otros trabajadores para tener un mejor trabajo, para tener mejores condiciones, incluso algunas veces se quejan y alegan que es injusto que otros estén mejor que ellos. ¿Saben por qué? Porque hay sectores que históricamente cayeron menos en la evitación, porque son sectores que históricamente bien que mal enfrentaron los problemas en lugar de evitarlos, enfrentaron a los patrones injustos, enfrentaron la decisiones injustas y lucharon, pese a que, evidentemente esa lucha implicaba que en lo inmediato tuvieran que hacer más cosas… es decir porque no se dejaron seducir por el discurso de la tranquilidad capitalista y no se equivocaron, porque incluso hoy tienen mejores condiciones y están un poco más tranquilos que muchos otros sectores que sólo evitaron los problemas.

El secreto es que el capitalismo no nos dice que cada que evitamos un problema, que privilegiamos la tranquilidad inmediata, que huimos o nos hacemos que nada pasa no sólo nos estamos afectando en lo individual, sino que seguimos reproduciendo la larga cadena que permite que miles, millones de otras personas como nosotros sigan enfrentando lo mismo. ¡No sólo eso! Cada que nos damos la vuelta, que no nos metemos en problemas, permitimos que la tranquilidad de los poderosos se mantenga incólume aún a costa de nuestra intranquilidad y la de los nuestros. Cada vez que decidimos enfrentar las situaciones por difíciles que sean, no sólo mejoramos nuestras experiencias y aumentamos nuestras capacidades y herramientas para enfrentar mentalmente de mejor modo los problemas, sino que también dejamos de defender la capacidad de quienes abusan y nos someten y comenzamos a generarles intranquilidad a ellos y a luchar, a largo plazo, por nuestra verdadera tranquilidad que atraviesa por transformar esta sociedad en la que la mayoría de nosotros hemos sido condenados a vivir así, intranquilamente.

Para romper la evitación que perpetúa nuestra ausencia de vida digna

Es de suma importancia que, como educadores populares, asumamos la fuerte complejidad de luchar contra esta estrategia de control social que atraviesa formas de pensar, sentidos comunes y cotidianidades. Frente a ella hay que desplegar toda nuestra paciencia y toda nuestra capacidad frente a la frustración. La batalla ha de darse de tal manera que el proceso de educación en materia de derechos humanos luche también contra las ideas falsas que normalizan la vida indigna de las mayorías.

Lo más importante es que un verdadero educador popular debe desplegar en los procesos de acercamiento con la gente, por mínimos que sea, la reflexión constante de la gente para develar eso: que ha nacido condenado a vivir entre problemas, que evadir los problemas por la “tranquilidad inmediata” no hace sino condenarlo a la intranquilidad a largo plazo. Y es que, si no buscamos la manera de que al mismo tiempo que la gente se acerca, se sensibiliza y busca resolver su problemática inmediata se generen procesos que le ayuden a trascender de su demanda individual e inmediata hacia demandas de largo plazo y políticas, en realidad no se está politizando, no se está transformando, no se está educando. Y es éste un tema bien complejo porque de entrada la gente se va a sentir señalada, se va a sentir defraudada, se va a sentir incómoda porque no es fácil despojarse y darse cuenta de cómo al pensar que se defienden a ellos mismos no hacen sino defender a la minoría aún a costa de su propia vida digan, la de sus familias, amigos y compañeros.

Comité Cerezo México

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