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Carta de los hermanos Cerezo a los presos de Guadalajara

Jueves 17 de junio de 2004, por Comité Cerezo México

A los que todavía se encuentran presos.

Compañeros, enfrentar el odio del Estado no es fácil, enfrentar el uso indebido de la fuerza de las policías que protegen intereses de unas cuantas personas que se creen con el derecho de hacer lo que quieran con tal de someter a un pueblo indignado por tanta mentira, hipocresía y opresión es una experiencia dolorosa que debemos asimilar para que no nos cause un daño tan grande que no sólo lesione nuestro cuerpo o nuestra psique, sino también nuestras convicciones, nuestros sueños, nuestra dignidad.
Es muy probable que la experiencia que vivieron y algunos todavía viven, los enfrentará a cuestionarse si luchar vale la pena, si tener conciencia social e intentar que otros la tengan sigue siendo un objetivo en nuestra vida y un medio para contribuir a transformar nuestra sociedad. Es probable incluso que algunos se lleguen a preguntar sino sería mejor dedicarse únicamente a estudiar o a trabajar y enterrar la conciencia social, como muchos adultos, para no tener remordimientos, lo han hecho o como muchos jóvenes lo han hecho también para garantizarse un futuro con riqueza y buena posición social.

Si el tiempo y la reflexión nos convencieran de que es mejor alejarnos de la lucha social para no correr riesgos, para no preocupar a nuestros padres, para no sufrir nuevamente la represión del gobierno y sus métodos de “persuasión” nos habrán vencido, pues daríamos la espalda a los niños que son víctimas de la explotación laboral, miseria, hambre, abuso sexual; a las mujeres explotadas en sus centros laborales, despedidas por embarazo, maltratadas por sus esposo, asesinadas y violadas por ser morenas y trabajar en las maquiladoras; a los hombres: obreros, campesinos, indígenas que alimentan con su fuerza de trabajo la gran industria que nos asesina, a los migrantes que mueren abandonados en el desierto, cazados por la ultraderecha gringa o la Border Patrol; a quienes resisten, en Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Veracruz, Hidalgo y casi todo México, la guerra que el ejército federal desarrolla contra ellos.

Le daríamos la espalda a un pueblo que clama por hombres y mujeres con dignidad, capaces de contribuir de muchas formas a la transformación social.

El tiempo seguramente cerrara la heridas de sus cuerpos, desaparecerán los moretones, los huesos rotos, el tiempo nos ayudará a comprender que las humillaciones a las que nos sometieron fueron con el objetivo de hacernos sentir impotentes, desprotegidos, vulnerables a los más bajos instintos que el ser humano puede llegar a tener, y el tiempo también nos hará entender que no es su fortaleza las que nos empuja a hacernos eso, sino su temor, el gran temor que les cala los huesos, de ver que un pueblo organizado y con ánimo de lucha los puede despojar de sus pequeños cotos de poder y enjuiciarlos.

Que el tiempo pase, que cure su cuerpo, su mente y si, cuando su convicción de que otro mundo es posible hubiese sido golpeada y estuviera llena de rasguños o fracturas sane también y se fortalezca.

No permitan que muera la llama libertaria, no permitan que la cotidianidad gris a la que nos intenta condenar el sistema la apague y se convierta en hielo.

Un día que estén tranquilos mírense en el espejo, descubrirán en sus ojos, los ojos del obrero que resiste, del indígena sublevado, del campesino organizado, de la mujer madre, esposa, hija, compañera, luchadora de sus derechos, digna, del joven que asume la historia como propia y se propone a construir sus futuro, del preso político o de conciencia que se niega a renunciar a sus ideales y vive como nosotros con dignidad dentro de prisión.

No se dejen vencer, que no muera su conciencia social y con ella, su esperanza de que transformar nuestra sociedad es posible. No permitan que la represión les robe la alegría, la sonrisa fácil, el espíritu combativo y la nobleza.

Sabemos que es difícil, pues a veces, las circunstancias adversas nos amargan por momentos.

Adelante compañeros, la lucha es larga y nosotros sabremos resistir.

Fraternal y combativamente, presos de conciencia

Alejandro, Héctor y Antonio Cerezo Contreras y Pablo Alvarado Flores

A dos años y diez meses de prisión

Cefereso #1 La palma, Almoloya de Juárez

Junio de 2004

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