Nadie esperaba un terremoto como el que acaba de suceder. El 19 de septiembre de 1985 nos parecía lejano.
Las denuncias que se hacían acerca del fenómeno de la gentrificación, la construcción de complejos habitacionales de diferente tamaño, el problema de la vivienda digna y los lugares en condiciones dignas para ejercer nuestro trabajo no fueron temas trascendentes.
Pareciera que el derecho humano a una vivienda digna, a un lugar de trabajo en condiciones dignas, a una estancia o guardería en condiciones adecuadas para los bebés o una escuela edificada adecuadamente se perdió en la inmensidad de los problemas del día a día.
A partir del terremoto de 1985, los diferentes gobiernos de la hoy Ciudad de México establecieron normas para la construcción, una de ellas era que todas las edificaciones debían ser diseñadas para soportar un sismo de 8.5 grados, sin embargo, en tiempos recientes inició un “boom” de la industria inmobiliaria que tiene como consecuencia la construcción de casas habitación a diestra y siniestra y plazas comerciales por todos lados de la Ciudad de México.
Las empresas, en su afán de reducir costos y ganar más falsearon el análisis del suelo, la cantidad de carga viva del uso del edificio, además de planos, cálculos de fuerzas y cargas de los edificios. No conformes con eso construyeron con materiales inadecuados y de menor costo. Es decir, no les importo la vida de las personas que vivirían en esas edificaciones. Las autoridades mientras tanto recibieron también “regalos” para que no aplicar la ley.
El durante
Llegó el 19 de septiembre de 2017 y la tierra volvió a sacudirse con furia. Miles de personas salimos a la calle a ayudar en lo que pudimos. Una vez más, confirmamos que el pueblo solidario fue el primero en mover piedras, tirar muros y buscar heridos y sobrevivientes. La solidaridad es algo que no olvidaremos. Al mismo tiempo, observamos un repliegue de las fuerzas armadas: no participaron hasta pasadas algunas horas, ¿Por qué? ¿No se supone que las fuerzas armadas están provistas de herramienta y medios para solventar estas situaciones? ¿No por ello existe el Plan DN-III y el Plan Marina? Por si fuera poco, no son pocas las quejas en contra de las fuerzas armadas a quienes se les acusa de entorpecer la solidaridad.
Pareciera que el Estado esperó para tomar el control en todas las zonas de desastre y, entonces, minar el germen de la organización. Para esto creó un caos informativo y barreras físicas, lo cual tuvo como finalidad desplazar al verdadero sujeto transformador, nosotros: el pueblo, la sociedad, la población que quiere solidarizarse.
El después
No satisfecho con lo anterior, el gobierno ha logrado, en estos días, que nuestra solidaridad sea la que pague el rescate y la supervivencia de mucha gente, es decir, que hagamos un pago doble por él. ¿Por qué doble? El primero lo hicimos cuando pagamos sus sueldos, sus oficinas, su infraestructura, pues todo eso es dinero del pueblo; el segundo lo estamos haciendo ahora, pues las fuerzas armadas no han puesto su tecnología, maquinaria o insumos a disposición del rescate, en cambio, nos han pedido polines, plantas de luz, motosierras, discos de corte de punta diamante y hasta escáneres térmicos. Cosas que, obviamente, no tenemos en casa y aun así las conseguimos. Pero si tan sólo la marina tiene un presupuesto de más de 26 mil millones de pesos para este año. ¿Por qué no usarlo para apoyar al pueblo?
En conclusión, el Estado ha buscado tener al pueblo solidario bajo su control, desgastarlo, asustarlo y hasta endeudarlo por ayudar; mientras que al empresario le dio una oportunidad de lucrar con la desgracia. Sobre todo, busca que las fuerzas armadas se queden con un protagonismo que no les corresponde, salvo la perrita Frida, claro está.
Nada de esto es un error, no es falta de capacidad del Estado, más bien es consecuencia de una política creada para profundizar el despojo al pueblo, a ese que es solidario, para arrebatarle su derecho a una vivienda adecuada, a la salud, a la seguridad social, etc.
Por todo lo anterior, llamamos a nuestros lectores a mantenerse informado adecuadamente, a seguir siendo solidarios con la gente y conocer sus derechos humanos, pero sobre todo a ejercerlos y promoverlos.
Comité Cerezo México