Por Comité Cerezo México
Guadalupe Carrasco Carrasco tiene una cálida sonrisa que muestra su firme dentadura. Cuando era pequeña quería estudiar medicina, pero su temor a la sangre le hizo cambiar de opinión. Sus estudios culminaron en el tercer semestre de la Vocacional 6. Ahora, a sus 49 años es jefa de familia y busca ser reinstalada de su trabajo de intendencia donde ganaba mil 250 pesos quincenales.
Carrasco junto con 58 de sus compañeras fueron despedidas en enero de 2015 del Instituto de Educación Media Superior (IEMS) unidad Iztapalapa, una de las veinte escuelas creadas en el año 2000 por el entonces jefe de gobierno Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, fue en septiembre de 2014 cuando el jefe de unidad de servicios de la empresa contratista Roc Man les había advertido que podían perder su empleo.
Las empleadas empezaron a protestar, primero, por los pagos a destiempo. En ocasiones fueron en busca de las oficinas de la empresa Mantenimiento Roc S.A de C.V (Roc Man), pero nunca las encontraron porque la colonia no coincidía o el número otorgado era incorrecto. Para el IEMS la empresa era la única responsable del salario y mencionaban que el instituto no les podía otorgar la información por ser “privada”. Al final, siempre les llegaba su quincena.
Roc Man es una empresa que otorga servicios de limpieza, fumigación, separación y destrucción de residuos. De acuerdo con su política integral contribuyen a la protección del medio ambiente al utilizar materiales biodegradables. Trabajan bajo normas de seguridad e higiene y capacita a sus empleados para crearles conciencia sobre el cuidado del medio ambiente, salud y seguridad en el trabajo, previniendo enfermedades profesionales y accidentes de trabajo.
Algunos de sus clientes son Canal Once, el Centro de Atención y Protección Ciudadana de la Ciudad de México (CAEPCCM), la Compañía Mexicana de Atención a Emergencias y Protección Ciudadana de la Ciudad de México (COMESA), el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), la Secretaría de Salud, los Servicios de Salud Pública, el Instituto Nacional de Medicina Genómica, la Agencia de Noticias del Estado de México (Notimex), las delegaciones Iztapalapa y Coyoacán, entre otras.
En la delegación Iztapalapa radica Carrasco, a diez minutos de la Peje school, donde trabajó por nueve años. El laborar cerca de la escuela le representaba una ventaja al no pagar transporte ni comida porque la hacía antes de salir a trabajar. Cien pesos era lo único que les pagaban de más si las trabajadoras eran puntuales. Si faltaban les descontaban casi 200 pesos, a veces 185 “no era parejo, rara vez te quitaban menos…Sólo decían que era la política de la empresa”.
A partir de la resolución de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos vigente desde enero de 2016, el salario mínimo es de 73.04 pesos en toda la República Mexicana. el sueldo por día de la señora Carrasco y de sus compañeras es de 10 pesos más que el salario mínimo.
“Nuestro último cheque nos llegó de mil 250 pesos quincenales… Híjole pues qué podía comprar. Nada más hacemos cuentas de la canasta básica y un kilo de frijol aquí está de 22 a 30 pesos, compras tortillas y si tus hijos son comelones ya te compras kilo y medio de tortillas al día, son 20 pesos; que ya se te acabó el agua y compras de la corriente que está medio medio filtrada suma once pesos, ya van 61; y que las tortas de los chamacos.
No te alcanzaba para mucho pero uno va haciendo malabares. Uno de mamá vas estirando el gasto de manera que te alcance y lo vas aprendiendo durante el transcurso de los años, cómo le vas a hacer, cómo te vas a mover y aparte pues yo vendía Tupper y Jafra para poder tener una ayuda más y luego había días que alguien me recomendaba y me iba a hacer su limpieza, pues ya era un dinero extra, pero igual así salías bien rayada de la espalda, cansada. A veces salía a las ocho o nueve de la noche para ganarme unos pesos más”.
La organización por parte de algunas trabajadoras y trabajadores de intendencia inició en el plantel de Milpa Alta. Fueron los primeros en dejar de percibir su salario sin oportunidad de reinstalación. Pese a ello la señora Carrasco o “Lupe”, como le dicen sus allegados, aprendió a dejar de paralizarse con el miedo que le producía el saberse despedida. Al estar en contra de las injusticias y ver las condiciones laborales en el IEMS decidió defender sus derechos.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) utiliza el término de trabajo decente para referirse al empleo remunerado con seguridad en el lugar de ocupación, condiciones salubres, protección social, donde los trabajadores tengan derechos. Sin embargo, en México no todas las personas tienen acceso a un trabajo decente porque seis de cada diez personas laboran sin ningún tipo de seguridad social, de acuerdo con el INEGI.
“El material que nos dan para trabajar es de baja calidad… no nos daban guantes, había que estarlos pidiendo y a veces traían, otras no… ya no aguantaba caminar (se cayó limpiando y su rodilla chocó contra el mármol del baño), las articulaciones de mis manos me empezaron a doler, el dolor era muy intenso que hasta el agua fría te duele…
Se utiliza el ácido, por ejemplo, para pulir. Es dañino, es un químico bien fuerte y no te dan cubrebocas, entonces absorbes todo y luego pulías a veces todo el día, todo eso es bien pesado… Pues todo lo que es seguridad social no lo teníamos, ni vacaciones, ni aguinaldo. No podíamos adquirir una vivienda o ni siquiera un préstamo porque no nos daban comprobante de pago”, alude Guadalupe Carrasco.
El artículo 123 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos indica que toda persona tiene derecho a un trabajo digno y que “[…]quedan prohibidas las labores insalubres o peligrosas (…) por cada seis días de trabajo deberá disfrutar el operario de un día de descanso, cuando menos (…) el patrón está obligado a observar los preceptos legales sobre higiene y seguridad en las instalaciones de su establecimiento, y a adoptar las medidas adecuadas para prevenir accidentes en el uso de las máquinas, instrumentos y materiales de trabajo (…)”.
Imagen: @comitecerezo
Pero a las trabajadoras de limpieza del IEMS nadie las instruyó sobre el uso o consecuencias de los químicos utilizados. Además recibían malos tratos por parte de los encargados:
“Híjole es algo que no me lo puedo explicar, por qué la actitud si es tu compañero… por qué le vas a cargar la mano si pasaste por eso… No se ponen a pensar que las empresas no les van a dejar nada… o sea que una empresa se vaya y les den ya de perdida una buena liquidación, ni si quiera eso… Hubo momentos con diferentes encargados que te cargaban la mano y que los ves con sus allegados ahí sentados, desayunando bien tranquilos y todavía se burlan de ti porque te ponen a trabajar, entonces dices ¡ya, por qué les tengo que estar aguantando! Pero también el irse a buscar el mismo tipo de trabajo donde quiera pues es lo mismo estar aquí que estar en otro lado y ganando un salario de miseria”.
Para la mujer oaxaqueña de 49 años, quien radica en la CDMX desde los 13, en México hay indiferencia ante el dolor de los demás, hace falta solidaridad. Y aunque considera que para las autoridades a veces las leyes son letra muerta, como trabajadoras despedidas demandan a la Junta de Conciliación y Arbitraje que se modifique el artículo segundo de la Ley Orgánica del IEMS para:
“Apegarse a derecho y reconocer la relación laboral entre el IEMS y todas las trabajadoras de intendencia quienes por 15 años en algunos casos han prestado su servicio de limpieza al Instituto y con ello han hecho posible que la educación que en éste se imparte se haga en condiciones dignas para estudiantes, profesores y administrativos, incluyendo a los que hoy nos hostigan, nos denigran y nos niegan nuestros derechos. No permitir que las empresas que subcontratan violen impunemente los derechos laborales de sus trabajadores bajo el argumento de que los trabajadores no se quejan con las instancias competentes, cuando éstas ni siquiera hacen campañas efectivas para dar a conocer todos los derechos laborales de los trabajadores subcontratados. Y no utilizar cualquier mecanismo para retrasar la solución definitiva de nuestra demanda. La demanda quedó radicada ante la Junta Especial número Dieciséis, con número de expediente 127/2016”.
La jefa de familia tiene un hijo y una hija estudiantes, de 11 y 15 años respectivamente, que dependen de manera directa de ella. Pero gracias a que su primogénito de 22 años estudió música desde los 13 (con media beca) ahora es Técnico instrumentista e imparte clases particulares y con su salario ayuda a su madre, además estudia la universidad.
“Nunca se esperaron que íbamos a defender nuestros derechos laborales Lo que menos se esperaron era que intendencia alzara la voz”.
Guadalupe Carrasco Carrasco y sus compañeras fueron contratadas bajo el outsourcing o tercerización, régimen de subcontratación a través del cual un patrón o contratista ofrece servicios con trabajadores bajo su dependencia para un contratante, quien fija las labores del contratista; de acuerdo con el artículo 15-A de la Ley Federal del Trabajo (LFT).
Éste régimen no es novedoso, ya se practicaba en el país aunque no de forma legal. Fue en noviembre de 2012 cuando el “Honorable Congreso de la Unión” dirigió el decreto al entonces presidente Felipe Calderón Hinojosa.
La señora Carrasco considera que a las autoridades lo que menos les importa es el ser humano como trabajador. Y mientras en su artículo segundo la LFT dicte que el trabajo es un derecho y deber sociales, no un artículo de comercio. La empresa Mantenimiento Roc S.A de C.V (Roc Man) seguirá teniendo a la honestidad, la lealtad, el respeto y profesionalismo como sus principales valores… sólo en el papel.