Una historia de Arturo Rodríguez @Arturo_Rdgz
Dos meses antes de que Piedra de Agua, una comunidad de campesinos de las Grandes Montañas, en Veracruz, fuera desalojada, Ignacio Romero Carrera, supo comprometido su cuerpo por amenaza de violación. Fue en Fortín de las Flores, un paraje de vegetación abundante y soledad abrumadora, cuando Ignacio conoció, al amanecer del 16 de marzo, el miedo personificado en uniforme policial.
No es que Ignacio desconociera el riesgo. En la geografía suriana, los nombres de los pueblos, de tan dulces, pueden comenzar poemas, pero en su realidad, de tan violenta, pueden ser epopeyas que nadie contará. Diez meses atrás, a José Claudio del Ángel, vecino de La Peña, congregación de Laja Primera, lo visitó la muerte transfigurada en anónimo chofer de automotor.
José Claudio, en la Huasteca Alta, e Ignacio en los valles de la Sierra de Zongolica, encarnaban, cada uno por su lado, el deseo de campesinos por conservar tierras de cultivo, frente a cacicazgos agrícolas o madereros, acaparadores de café o mafias políticas en expansión territorial de Veracruz, el tercer estado con mayor registro de asesinatos con móvil político y una de las entidades más peligrosas del país por la amalgama de poderes económicos, políticos y delincuenciales.
Del Ángel perdió la vida el 9 de junio de 2014. Según el Frente Nacional de Lucha por el Socialismo (FNLS), por las condiciones de su cuerpo, encontrado en un paraje de la congregación Mata de Tigre, fue asesinado, no murió de manera accidental como dictaminaron las autoridades.
Al FNLS pertenece también Ignacio, quien la mañana del 16 de marzo fue detenido por el Mando Único Policial, la corporación creada por el gobernador Javier Duarte de Ochoa, en la tendencia nacional de concentrar las funciones preventivas de los cuerpo sde seguridad de los municipios, bajo el mando de los gobernadores.
La justicia nada tenía contra Romero y la revisión policiaca a la que lo sometieron no dio lugar a su detención formal, pero los tripulantes de la patrulla 006383, le advirtieron que no lo querían volver a ver por la región. Durante una media hora lo interrogaron por su participación en las marchas por los estudiantes deAyotzinapa, por las organizaciones que los respaldan y sobre quién los financia, para después amenazarlo:
"Te vamos a madrear y te vamos a coger".
El día que lo hostigaron, Ignacio Romero caminaba rumbo a la caseta de cobro Fortín de las Flores, para esperar el autobús que lo llevaría a Orizaba, donde iba a participar en las actividades de la "Gira nacional contra la desaparición forzada en México: caso Gabriel Alberto Cruz Sánchez y Edmundo Reyes Amaya, un crimen de lesa humanidad", convocada, entre otras organizaciones, por el FNLS que exigen el regreso con vida de los dos miembros del Ejército Popular Revolucionario, desaparecidos el 25 de mayo de 2007.
El FNLS es una de las organizaciones que más agresiones han padecido en los últimos años y, sólo entre 2014 y 2015, concentró el 15% de ataques que se registraron contra defensores de derechos humanos y movimientos sociales en el país.
El gobernador Javier Duarte, es señalado casi desde el inicio de su mandato por su talante represivo –lo mismo que la clase política que lo acompaña– no sólo contra el FNLS, si no en general, contra toda acción contestataria o que resista el dominio de su gobierno.
Más allá de Veracruz, el hostigamiento de Ignacio Romero, se registraba en otros lugares. Aunque los policías que hostigaron a Romero mencionaron el caso de Piedra de Agua, por esos días, las amenazas se extendían a otras organizaciones que en diferentes zonas del país participaban en la mencionada Gira Nacional contra la desaparición forzada.
El 8 de marzo, en Atlixco Puebla, la Gira Nacional denunció hostigamiento y amenazas de agentes del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), que suelen hacerse pasar por periodistas.
En Oaxaca, una mujer en actitud de reportera, fotografió y tomó video de los participantes en las actividades realizadas en esa ciudad, y fue sorprendida cuando fotografiaba entrada y salida en el domicilio de pernocta el 3 de marzo.
Ese mismo día, sorprendieron a un pseudoperiodista fotografiando el domicilio donde hospedaron a los participantes de la Gira Nacional en San Cristóbal de las Casas, Chiapas. En la misma fecha, pero por la noche y en la Ciudad de México, apareció una pinta en la que se leía "Muerte al Comité Cerezo", que era una de las organizaciones convocantes.
Un grupo de campesinos llegó a un lugar ubicado en Naranjal y lo llamó Piedra de Agua. Durante 20 años cultivaron maíz, frijol, café, plátano y tepejilote, que el alcalde de Amatlán de los Reyes, Miguel Ángel Castro Rojas, decidió reclamar suyo.
Las 30 familias que hicieron su vida en las 27 hectáreas de Piedra de Agua, por confiar en el Registro Agrario, que declaró la tierra sin dueño, se quedaron ahí. Hasta que apareció el alcalde priísta Castro Rojas con papeles, policías y maquinaria para arrasar los asentamientos el 13 de mayo y lo perdieron todo. Le duró el gusto de quedarse con las tierras, aun después del 19 de junio, cuando envuelto en las intrigas de poder entre priistas, el alcalde sobrevivió a los tres balazos que le dieron en el cuarto atentado sufrido en un año y medio, por orden de Manuel Alvízar, quien se quería quedar con su puesto según la procuraduría de justicia.
Por el desalojo, Ignacio Romero Carrera y los campesinos de Piedra de Agua realizaron diferentes movilizaciones, entre otras, el 26 de agosto, cuando viajaron a Jalapa para manifestarse en la Plaza "Regina Martínez Pérez". Ese jardín público se llamó Sebastián Lerdo de Tejada, en honor del liberal decimonónico, que perdió un lugar en la nomenclatura urbana de la capital veracruzana porque los reporteros, sin trámite de cabildo, a pura fuerza de indignación, rebautizaron la plaza y colocaron una placa en memoria de la corresponsal de Proceso, asesinada en 2011 y cuyo homicidio continúa tan impune como el de los otros 14 periodistas asesinados en Veracruz durante el gobierno de Javier Duarte.
Cuando Ignacio Romero era entrevistado en la Plaza Regina, un hombre con gorra de beisbolista tocada hasta las cejas, se colocó detrás suyo y empezó a tomar fotografías de los reporteros quienes lo encararon por reconocerlo agente del gobierno estatal. El hombre se negó a identificarse y sólo justificó que grababa a Ignacio porque "el señor habla chistoso". Roger López Martínez, subdirector editorial de la agencia noticiosa Imagen del Golfo, lo increpó, así que el hombre de la gorra le espetó en respuesta: "ya te conozco y mis cuates también".