Segundo Foro por la Libertad de Ilia Adad y todos los presos por motivos políticos del país. Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, 13 Febrero 2014.
“Y brillan a pesar del panóptico”. Noviembre 2013. MHM.
Hace casi 5 meses he caminado junto a un caso el cuál ha cambiado mi mirada en distintos ámbitos: la injusta detención de uno de mis mejores amigos. Hace 10 años inicie mi vida universitaria en el CCH Vallejo y conocí a un amigo muy fuera de lo común entre todos los estudiantes: Ilia Adad.
Ilia Adad es un amigo que siempre está dispuesto a compartir su conocimiento y además a hacerte reír en los días más grises con un pequeño sarcasmo acompañado de algún consejo o caminata por las calles de la ciudad. En todos estos años hemos crecido y vivido diferentes situaciones y quizá el día de hoy nos encontramos ante el suceso más impactante de nuestra amistad. Como él me lo dijo en una de sus cartas del Reclusorio Norte: “un evento en el que nosotros nos colocamos de alguna manera, pero que nosotros no decidimos”. Fuimos detenidos el día 2 de octubre del 2013, mientras asistimos a la Marcha Conmemorativa de los 45 años de la Masacre de Tlatelolco, evento al que acudimos cada año desde que nos conocemos. Vivimos en compañía de otras 100 personas aproximadamente una historia que hemos repetido una y otra vez con tal de que llegue al mayor número de oídos este caso tan particular. Se nos acusaba en conjunto de haber “alterado a la paz pública”, de haber cometido “ultrajes a la autoridad” y a otros chicos como a Ilia de “pandillerismo”, acusaciones que no conocimos hasta el momento de ser presentados. Marchábamos pacíficamente sin pertenecer a alguna asociación o colectivo, sin embargo, las cosas en esta marcha eran muy diferentes. Desde hace varios meses, el clima que predomina en la Ciudad de México y en general en todo el país ha sido de grandes tensiones, descontento social y sin duda existe una creciente oleada de violencia que no solamente ataca a manifestantes, sino a toda la población desde diferentes aristas. Presenciamos durante la marcha diversos actos considerados “vandálicos”, dentro de los cuáles nosotros únicamente fuimos espectadores y en los cuáles no fuimos partícipes. La agresión a manifestantes y reporteros era clara: notamos el inicio de las detenciones arbitrarias, de la violencia de los cuerpos policiacos a ciudadanos, pero jamás imaginamos que las cosas hubieran desembocado de la manera en que ahora las vivimos.
Después de ser detenidos en un cerco policiaco en Reforma 93, se nos clasifico de acuerdo al sexo y la edad; y fuimos repartidos en toda la ciudad sin informarnos cuál era el cargo por el cuál se nos acusaba. Yo viaje en una camioneta de policía junto con otras mujeres. Íbamos custodiadas por motociclistas los cuáles se burlaban de nosotras y decían a cualquier automovilista: “Aquí llevamos a los delincuentes, a los anarquistas más peligrosos de la ciudad”. Las granaderas nos asustaban y no nos informaban a dónde nos llevarían. Pude enviarle algunos mensajes a Ilia y comunicarle que estábamos bien, me preocupaba saber que no lo hubieran golpeado o llevado a algún lugar dónde pudieran desaparecerlo. Sin embargo, tampoco podía hacer demasiado estando detenida. Antes de que me llamaran la atención por usar mi celular pude enviar mensajes a varios amigos quienes asistieron al Juzgado Cívico 23 de Tlalpan para irme a buscar. Salí libre a las pocas horas sin pagar ninguna multa o fianza.
Tenía mucho miedo, no sabía qué hacer y estaba confundida. Me dolían las piernas, recibí un par de toletazos cuándo comenzaba la detención. Sin embargo, en el Juzgado Cívico se me obligó a emitir una declaración dónde omitiera esos detalles. No quise recibir atención médica, tenía que desnudarme completamente ante una policía y un médico que no conocía. Firme aceptando que no sufrí ninguna agresión por parte de los cuerpos policiacos. Pasaron algunas horas y supe que Ilia podía ser trasladado al Reclusorio Norte. Comenzamos a hacer difusión del caso en las redes sociales buscando apoyo. Nadie nos escuchaba y algunas personas parecían tomarlo en condición de broma.
El viernes 4 de octubre del 2013 a las 13 hrs., aproximadamente; Ilia fue trasladado con sus ahora compañeros de celda al Reclusorio Norte. No pasaron las 72 horas para probar su inocencia en el Ministerio Público y únicamente presenciamos a una camioneta salir con ellos dentro. Pude despedirme de él golpeando y gritándole al vidrio de la ventana dónde él iba, pude ver su sonrisa despidiéndose de mí a pesar del vidrio polarizado de aquella camioneta: era la última vez que lo vería vestido de civil. Yo tenía la esperanza de que todo fuera un mal entendido y que se resolviera en unos pocos días quizá. Sin embargo, la historia apenas comenzaba.
Se instaló un plantón a las afueras del Reclusorio Norte. A ciencia cierta no sabía que es lo que sucedería, pero entendía que no podíamos quedarnos callados ante este hecho tan absurdo. Participe en las declaraciones para presentarlas ante el juez como testigo y fueron rechazadas. El 10 de octubre se dictó el auto de formal prisión. A pesar de que Ilia no es mi familiar directo y nuestra relación es de amistad, la vida comenzó a dar un giro radical, tal vez fortaleciendo mucho más nuestra amistad.
Cabe en este momento recordar que los pilares básicos de mi formación los he vivido en compañía de Ilia. Cada que no entendía un libro o inclusive una fórmula matemática, incluso que mi computadora se descompusiera, Ilia estuvo acompañándome. A veces las caminatas por la ciudad se extendían por horas a la par de una puesta de sol, filosofando, haciendo política de ligas menores, confesándole mis más grandes miedos y también mis aspiraciones y alegrías.
Ilia y yo en CCH Vallejo. Fotografía: 2004.
Ilia me acompaño por primera vez a esta Facultad de Ciencias Políticas y Sociales y me alentó para estudiar lo que a mí me apasionara sin importar los estándares impuestos por la sociedad sobre “lo rentable de una carrera universitaria”. Ahora realizando estos foros por su libertad en la UNAM, siento que cada día somos más congruentes con nuestras aspiraciones iniciales. Siempre quise aprender más de movimientos sociales, de reconocimiento de grupos y actores, y porque no decirlo, esta experiencia de lucha en concreto, me ha dado lo que quizá muchos semestres y lecturas de ciencias sociales jamás hubieran podido ofrecer sin la experiencia que ahora vivo. Se han roto mitos y tabúes sobre situaciones hasta el momento desconocidas para mí, como el sistema penitenciario y carcelario mexicano. Sistema el cual aún no conozco del todo, pero que ya no me es ajeno. Ilia sigue enseñándome a pesar de estar encarcelado.
Han pasado muchas cosas desde entonces. Han aparecido falsas puertas, actores extraños, malentendidos innecesarios, rencillas de antaño, y situaciones dónde la susceptibilidad y sensibilidad humana puede desestabilizar a un grupo que trabaja por una causa en común: La libertad de los 8 presos detenidos arbitrariamente el 2 de octubre. Sin embargo, la fuerza no se ha acabado. He conocido a personas muy valiosas con las cuáles han renacido nuevas ideas, hemos aprendido sobre la marcha las brechas y laberintos de este sinuoso camino y lo mejor es que no nos hemos detenido ni sepultado en el olvido de la prisión.
Hace mucho tiempo que Ilia y yo no nos comunicábamos por teléfono. Ahora ese aparato y las cartas se han convertido en nuestro principal canal de comunicación. A veces es muy difícil lograr establecer contacto, pero aun así ha escuchado mis palabras, mis dudas y mis lágrimas. Sin duda él me motiva más estando dentro con sus palabras de tranquilidad y me llena de energía el saber que el esfuerzo está rindiendo pequeños frutos aún no cosechados.
Primer Foro por la Libertad de Ilia Adad y todos los presos por motivos políticos del país. Facultad de Filosofía y Letras, UNAM. Fotografía: Yolanda Ángeles.
Mónica Hernández Monroy. Febrero, 2014.